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Entrevista central, viernes 18 de noviembre: Alain Mizrahi

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EC —Es un hecho que es un dispositivo más caro que otros, entonces no sabíamos todavía, no teníamos tan claro de qué manera estaba ingresando en el mercado. Ustedes lo cuantifican.

AM —Este año hemos considerado al smartphone como una forma de computadora, lo cual no habíamos hecho en años anteriores. De la misma forma que preguntamos si existe en el hogar alguna computadora de escritorio, notebook, tablet o computadora del Plan Ceibal, preguntamos si en el hogar hay alguien con algún smartphone, aunque no sea el entrevistado. Y nos encontramos con que, al cuantificar el parque total de dispositivos que hay en el Uruguay, si incluimos los smartphonse, hay más en los hogares que la suma de computadoras de escritorio y notebooks. Entonces, ¿es un dispositivo caro? Depende de cómo lo mires, en realidad es más barato que muchas computadoras y muchas notebooks.

EC —Yo me refería a la comparación con el teléfono celular básico.

AM —Es que ya prácticamente no quedan personas con teléfono celular básico, son muy pocas.

EC —Hay algunos que son resistentes.

AM —Sí, hay gente que se resiste, como aquel pueblito de Asterix, que se resistía al invasor.

EC —Estamos en 2.200.000 aparatos.

AM —En 2.200.000 aparatos, con un crecimiento absolutamente explosivo. Han bajado los costos, pero sobre todo, como permiten hacer cada vez más cosas, hay gente que ya duda entre comprarse una tablet o comprarse un smartphone, y muchos no dudan, compran directamente un smartphone, porque es al mismo tiempo un instrumento de trabajo y de entretenimiento. Como se han diversificado tremendamente los usos, la gente utiliza el smartphone para mira películas, escuchar música, jugar, leer noticias… Yo me divierto subiendo a un ómnibus y mirando qué es lo que hace la gente en el celular.

EC —Tengo un mensaje que nos manda Alicia, que nos escucha desde España. Dice: “No juzgo si es bueno o no, pero me produce un tipo raro de inquietud subir a un bus y no ver rostros. Todos, sin distinción de sexo o edad, están sumergidos en el móvil. Lo viví en 2012 cuando llegué por primera vez al entonces aeropuerto de Barajas, me dije ‘parecen zombis’. Hoy se instaló también en Uruguay”.

AM —Sí; no sé si parecen zombis, ese es un juicio de valor que no me atrevería a emitir. Es la nueva realidad de esta primera porción del siglo XXI.

ROMINA ANDRIOLI (RA) —¿Tenemos que alarmarnos con el uso que se está haciendo de los smartphones, pensando que por lo menos dos tercios de quienes los tienen admiten ser bastante o totalmente adictos a él?

AM —Es una adicción light, no es una adicción que provoque daños, al menos todavía no sabemos si provoca daños cerebrales o físico de algún tipo. La realidad es que está instalado y va a quedarse. Yo hace unos años decía que me parecía que las redes sociales eran la mayor revolución desde la revolución industrial por cómo habían cambiado los hábitos de la gente, y creo que hoy la mayor revolución no son las redes sociales sino el smartphone. Si es bueno o es malo, si tenemos que alarmarnos, no lo sé, pero la realidad es esa. Las nuevas generaciones, los millennials, los que hoy ya están teniendo sus propios ingresos y tomando sus propias decisiones de compra –pensando en el uso que hacen las empresas de esta explosión de smartphones–, no se cuestionan si es bueno o es malo, es parte de su vida. Y los adolescentes de 12 a 17 años más aún. Si los tomadores de decisiones en las empresas o los políticos, las instituciones del Estado cierran los ojos o no quieren ver, porque consideran mala esta nueva forma de adicción, van a quedar totalmente fuera del siglo XXI.

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