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Entrevista central, viernes 22 de setiembre: Ricardo Gil Iribarne

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EC —¿Cuáles son los dos? Uno es Sendic…

RGI —Uno es Sendic y el otro es Gómez. Porque Gómez tiene una compra realizada en un freeshop en Uruguay. Tres días después de esa compra de US$ 39 Gómez reintegra esa plata, aparece en lo que vimos un reintegro de esa plata por el director Gómez, lo cual demuestra que fue una compra personal y por eso le devuelve a Ancap la plata tres días después. Parece razonable, nos desentendemos de ese tema.

Nos queda el caso de Sendic, en el que no hay una sino 46 compras que generan dudas, en comercios de todo tipo. Hay varios freeshops en Montevideo o en Uruguay, hay tiendas, zapaterías, tiendas de deporte, librerías, un comercio en Tel Aviv que no pudimos identificar de qué se trataba, casas de souvenirs, casas de tecnología, está Apple en tal lado, no recuerdo qué más. Ahí sí decimos: “Esto no nos cierra, Ancap no nos da ninguna información que nos permita aclarar; preguntémosle al director Sendic”.

EC —Usted mencionaba a Germán Riet, Juan Gómez, Juan Justo Amaro; ellos salen bien parados, el dictamen dice que cumplieron cabalmente con las disposiciones, incluso Riet llevaba anotados en el estado de cuenta de la tarjeta el motivo de cada gasto, los participantes de almuerzos o cenas, los destinatarios de los regalos. Riet parece el más minucioso –utilizando el término que manejábamos hace un rato– a la hora de reportar. Pero ¿por qué no hay mención al director blanco, el ahora senador Carlos Camy, que fue director desde julio de 2010 hasta marzo de 2013 y el período analizado es del 1.° de abril de 2010 al 31 de diciembre de 2013?

RGI —No hay referencia a varios directores del período porque si bien no nos llegaron los respaldos, del análisis de su resumen de cuenta no surgió algo que nos llamara la atención. Reitero, si había restaurantes, hoteles o combustible, en eso no nos centramos. No encontramos nada que llamara la atención, nada que generara dudas. No tuvimos toda la información.

EC —Estos otros directores que yo cité recién aparecen mencionados. ¿Por qué algunos aparecen mencionados en el informe y otros no?

RGI —Los que aparecen mencionados son aquellos de los que nos llegan los respaldos en la última entrega que nos hace Ancap. En ningún caso tenemos la certeza de que nos hayan remitido el 100 % de los resúmenes de cuenta ni el 100 % de los respaldos. Son los directores de los que recibimos comprobantes. De los que recibimos, hay tres directores que aportan lo que precisábamos, los comprobantes de las compras. Hay uno que además de eso detalla a mano, a máquina, en informes anexos, exactamente para qué fue cada compra que hizo. Porque también importa decir esto; no es que había un caos general y nadie asumía responsabilidad; hay directores que fueron muy responsables y eso hay que decirlo, porque hay directores que no lo fueron tanto.

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EC —A partir del análisis de la información, la empresa Ancap termina siendo fuertemente cuestionada por la JUTEP. Dice el dictamen: “Afirmar que el uso de los fondos públicos es una responsabilidad personal del funcionario y que la institución no ejerce la obligación de control implica, a entender de este Directorio, el desconocimiento de disposiciones claras de la normativa vigente. Y el efecto de esa falta de control se evidencia en las dificultades que han surgido para analizar adecuadamente la totalidad de los gastos realizados mediante las tarjetas corporativas, y las eventuales responsabilidades por su mala utilización”. Ustedes detectaron un problema en el sistema de controles de Ancap, e incluso hay críticas al Tribunal de Cuentas. ¿Qué consecuencias va a tener esta parte del informe, qué consecuencias debería tener por el lado institucional?

RGI —Tal vez convenga aclarar que el contador delegado del TC es un funcionario de Ancap. Entonces cuando cuestionamos que esa parte funcionó mal, no estamos criticando al TC. Ahí el tema es que es un funcionario de Ancap quien hace de representante del TC para controlar, y nos quedó claro que eso funcionó mal; lo dice Ancap en sus informes.

Nosotros vemos fallas importantes en el control, fallas en la implementación y fallas en el diseño. Lo de que la responsabilidad es personal está en el reglamento.

EC —En el reglamento de marzo de 2011.

RGI —Exacto. Eso está mal conceptualmente, yo soy responsable de los gastos que hago en la JUTEP, pero además la JUTEP me tiene que controlar. No puede decir “es un problema del director Ricardo Gil si gastó bien o mal”. No, la JUTEP me tiene que controlar. Y Ancap tenía que controlar a sus directores, no puede renunciar a ese control, y eso está mal en el concepto.

EC —Es curioso, esto se aprobó en el directorio, supongo que con asesoramiento jurídico, y sin embargo se incluyó esa desviación.

RGI —Tal vez por ser contador yo insista mucho en que esas cosas no me cierran por ningún lado. Está claro que eso funcionó mal, está claro que nosotros somos un organismo que velamos por la transparencia y combatimos la corrupción. Nosotros no controlamos los reglamentos, no es nuestra función, pero tenemos que decir que un reglamento de esas características, además mal implementado, favorece la corrupción y conspira contra la necesaria transparencia. ¿Qué sería lo bueno? Que eso se corrigiera. Ancap por un lado nos dice, en la última repuesta, “se dispuso una investigación administrativa”, porque además había cosas que estaban previstas y no se hicieron y alguien debería asumir la responsabilidad. Me parece muy bien y es sano.

Lo otro es que resolvimos que este informe va tanto a Ancap como al TC para que tengan un insumo para corregir rumbos. No le decimos a nadie ni tenemos potestad, pero además no tenemos voluntad de decirle a nadie lo que tiene que hacer, nadie critica nada. Decimos: “Señores, detectamos esto, tómelo como un insumo y hagan lo que les parezca que hay que hacer si ven, como vemos nosotros, que acá hay cosas que están mal”.

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EC —Usted explicó que se analizó la conducta en el uso de la tarjeta corporativa de todos los directores que pasaron por Ancap en el período considerado. Vayamos ahora a Sendic. Se le constatan 46 compras irregulares, de las cuales solo pudo explicar 11. Sendic, cuando se presentó ante la JUTEP, manejó el mismo argumento que ante el Tribunal de Conducta del Frente Amplio: que todas las compras se debieron a su gestión en la empresa. Pero resulta que, al igual que el TCP, ustedes remarcan que no los convencen las explicaciones, incluso sugieren mentiras. ¿Hay un agravante para usted en ese sentido ahí?

RGI —No sé si es un agravante, lo que sí sé es que frente a 46 casos dudosos recibimos información adicional en 11, algunas son razonables, otras no son suficientes, pero en cualquier caso quedan más de 35 compras sin aclarar, dudosas-dudosas. Porque una sastrería en Panamá, una casa de deportes en Moscú, muchísimas zapaterías de primer nivel en todo el mundo no son fácilmente relacionables con la actividad institucional. Entonces concluimos lo que concluimos porque decimos: nos queda la idea clarísima de que hubo compras que no correspondía hacer con esa tarjeta. Si se acepta o no se acepta, es un tema de las personas implicadas. Para nosotros eso resultó muy claro, por eso concluimos lo que concluimos.

EC —Ustedes incluso cuestionan algunas de las explicaciones que dio Sendic. Por ejemplo dice que un teléfono celular que compró en Madrid y una jarra eléctrica que compró en Uruguay eran para Ancap. Ustedes cuestionan esas compras, dicen que no forman parte de lo que los reglamentos preveían a esos efectos.

RGI —Claro, son bienes de uso –acá tengo una desviación de contador–. La tarjeta era para usar en representación institucional si los viáticos no le daban, para fines muy claros. Si fuiste a Madrid y se te rompió el celular o te lo olvidaste, yo entiendo que puedas comprar un celular en nombre de Ancap y que eso quede en Ancap cuando te vayas. Lo entiendo. Pero que compres una jarra eléctrica en Montevideo, no me cierra. Si fuera lo único que hubo, son pocos dólares, no vale la pena complicarle la vida a nadie por eso. Pero si además de eso tenés 35 compras dudosas más, entra en un paquete y lamentablemente tenemos que decir que no nos cierra; llegamos a la conclusión de que acá se usó para cosas en que no se debió usar. Lo mismo pasa con otras compras: que me digan que en una joyería se realizaron tres compras que fueron obsequios, seguramente mates, bombillas, está bien, es una compra razonable; pero lamentablemente, cuando no se presentaron los comprobantes que se debía presentar porque era obligatorio, no sé si fue una bombilla, no sé si fue un mate y no sé para quién fue el regalo.

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