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Entrevista central, viernes 4 de agosto: Mateo Gutiérrez

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EC —Uno de los valores de la película es la acumulación de imágenes de archivo, sobre todo de video, películas, que hasta ahora no se habían difundido. En ese sentido hay piezas de antología. Por ejemplo, me llamó la atención la filmación de una cámara de seguridad del cuartel de Trinidad, adonde fue conducido cuando llegó al Uruguay, donde pasó los meses preso hasta las elecciones. En esas imágenes se puede ver un momento íntimo de él con la familia cuando lo va a visitar. ¿De dónde salió eso?

MG —Es increíble este país en ese sentido. Nos llamó una persona que tenía ese material, al principio, cuando empezamos. Cuando empezamos a hacer publicidad en el 2012 era también eso, atraer a la gente, que supiera que estábamos haciendo eso. Y tuvo su cometido, porque apareció esta persona, que nosotros no conocíamos, que dijo que lo había encontrado de una manera un poco dudosa; después me dijo que era sobrino de un general. Entonces creo que simplemente se hizo de ese material, lo ofreció, yo le dije que me interesaba mucho y lo adopté.

EC —Del cuartel de Trinidad hay otra toma en la que se ve la celda o la habitación, el cuartito en el que estaba recluido, y cómo caminaba en un espacio interior, en un lugar que era relativamente chico, caminaba y leía al mismo tiempo.

MG —Eso es increíble, eso refuerza lo que te estaba diciendo de las características de él. Debe ser muy difícil caminar y leer al mismo tiempo, te confieso que nunca probé. Pero esas cámaras de seguridad no son cámaras de seguridad como las que ahora plantaríamos en un rincón o lo que fuera: es un tipo que está grabando, es un tipo con una cámara, que hace zoom y los está grabando. Lo mismo cuando se ve la pieza, es alguien que entra.

EC —Eso notoriamente no es una cámara de seguridad.

MG —No, es alguien filmando. Pero es alguien de adentro del cuartel, está claro. Ese material que me dieron es muy rico. Yo mostré eso que sale en el documental, pero también se muestra un mozo mostrando lo que va a comer Wilson. Creo que eran imágenes que grabaron por las denuncias internacionales que había en ese momento por Wilson, para, si había problemas, mostrar que estaba en buen estado. Creo que era por eso, no tiene otra explicación.

EC —Otra imagen o serie de imágenes que me llamó la atención tiene que ver con Wilson en Londres. Se conocía poco.

MG — ¿La entrevista?

EC —La entrevista y Wilson caminando. Esas imágenes después derivan en una pequeña entrevista que se le hace.

MG —Exacto, en un programa español. Eso es por Leo Morelli, que era su yerno, que falleció hace un par de años. Es alguien que yo conocí, y sin su archivo personal de Wilson hubiera sido imposible mostrar todo esto que estamos hablando. León, más allá de su yerno, era un fanático de Wilson y tenía los álbumes de fotos ordenados, con fechas, con las personas, con el lugar, los casetes de audio todos etiquetados. Las interpelaciones de Wilson, que aparecen pedazos en el documental, a Acosta y Lara, a Charlone, al canciller Blanco, entera, dos horas, con la introducción de los otros senadores; aparece mucho Michelini. Material muy rico. Tuve acceso a eso y fue fundamental. El relacionamiento con la familia fue fundamental para esto.

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EC —“Emiliano, estamos ansiosos por ver la película. ¡No cuenten tanto de su contenido!”, dice una oyente.

Vamos a tener cuidado, pero por esos terrenos tenemos que andar.

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EC —Llama la atención el protagonismo de Los Olimareños en la banda sonora de la película. Raro, no eran ni son wilsonistas que uno sepa; más bien están identificados con la izquierda, con el Frente Amplio.

MG —Sí, cierto. Es una decisión personal más bien. Los Olimareños son la música que yo escuché durante toda esa época en mi familia… el Uruguay la escuchó durante toda esa época y en mi familia particularmente se escuchaba. Sobre todo el disco Donde arde el fuego nuestro, del 82, por ahí, un disco más producido musicalmente, me gusta mucho y coincide con la época de que hablamos.

Es cierto que Wilson no era un fanático del folclore, pero sí le gustaban Los Olimareños y había tenido relación en algún encuentro casual en el exilio y una relación muy afable. Yo lo pongo, primero, porque musicalmente es representativo de la época, y segundo, porque Los Olimareños representan una parte que Wilson tenía, que es una cosa medio arrabalera. Wilson, si bien no naturalmente, porque era más aristócrata, no hay que negarlo, se interesaba locamente por las cosas populares. El Pepe Guerra me decía: “Venía y preguntaba: ‘Pero ¿es verdad, esos cuentos que hacés, esos personajes que nombrás son de verdad?’. ¡Pero claro que son de verdad!’”, le decía, porque él pensaba que era todo… Entonces se enloquecía Wilson con esas historias pueblerinas, esas cosas de tierra adentro, eso es verdad que le gustó.

Es verdad, tengo que aclararlo, porque en el documental no se dice, que Wilson tenía otra formación. Tuvo educación privada alemana en Melo. Por una cuestión del padre, que era médico y tenía como influencia Berlín en ese momento y quería que los hijos estudiaran alemán. Así que Wilson es un tipo muy prolífico en ese sentido, muy completo.

EC —Pero el hecho de haber recurrido a Los Olimareños también puede interpretarse como el deseo, el propósito de que el enfoque de la película fuera lo más amplio posible, ¿no?

MG —Sí, por supuesto.

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