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Entrevista central, viernes 4 de agosto: Mateo Gutiérrez

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EC —Podrías haber recurrido a músicos notoriamente nacionalistas.

MG —Sí, lo pensé. Una cosita que me olvidé de la pregunta anterior: Wilson escuchaba óperas, se sentaba en su casa a escuchar óperas. Escuchaba zarzuelas españolas. Tenía otro tipo de gustos, pero le encantaba el arraigo nacional de Los Olimareños.

Es verdad lo que decís, porque es cierto que Los Olimareños han sido relacionados con otros grupos políticos, pero a mí no me interesaba eso, me interesaba lo directo de la música en cuanto a la trasmisión de la época. Y lo que decías recién en la pregunta: mi intención de entrada fue hacer un retrato del Wilson líder del Uruguay. Wilson se convierte de un líder político en el exilio en un líder nacional. Entonces me interesaba, más allá de que estuvieran representadas todas las corrientes políticas blancas, que lo están, que estuviera representado el espectro nacional para que hablara de esa figura nacional. Y Los Olimareños acompañan esa decisión.

EC —Decías que están representadas todas las corrientes blancas en los testimonios que aparecen en la película. Justamente, llama la atención la cantidad de testimonios de izquierda: José Mujica, Esteban Valenti, Luis Iguini, Eduardo Platero, Julio Marenales, el historiador y sociólogo Gerardo Caetano.

MG —Tiene que ver con la pregunta anterior, Wilson se convierte en el exilio en un abanderado de la denuncia de la situación en Uruguay, no solamente de la dictadura, sino obviamente de las cosas que habían sucedido en Argentina, en que había habido participación uruguaya, pero sobre todo de la situación de las cárceles, la cantidad de presos en el Uruguay. Wilson lo agarra como bandera y agarra como bandera la situación de Líber Seregni, la situación de Jaime Pérez, diputado del Partido Comunista, que estaba pasándola muy mal. Wilson convive con la izquierda en el exilio, es una realidad. No convive con gente más conservadora, porque no estaba. Después cuando vuelve las cosas cambian porque la situación es otra.

EC —Sí, después se enfrenta con esa misma izquierda. Por ejemplo, por el pacto del Club Naval.

MG —Por ejemplo.

EC —Ese es otro de los temas que la película explora. A la vuelta a Uruguay después del exilio tienen lugar el pacto del Club Naval y la proscripción de Wilson para participar en las elecciones de 1984. Cuando el documental toca esa época, esos asuntos, habla por ejemplo Juan Martín Posadas, y declara que quien después sería presidente, Julio María Sanguinetti, negoció con los militares de forma tal de allanar su propio camino al poder… Es un planteo…

MG —… duro.

EC —… duro. La otra parte no está, la de Sanguinetti no aparece. Es más, Sanguinetti no está en la película.

MG —No, me lo están recriminando.

EC —Está Jorge Batlle, varis veces, pero no está Sanguinetti.

MG —No. Otra decisión personal subjetiva. Sanguinetti había sido muy protagónico en el trabajo anterior, y yo no quería que estos trabajos se pisaran, no quería ser redundante. Es verdad que Sanguinetti fue protagónico, ni hablar, de primera línea de la salida, y sobre todo de la negociación con Wilson. Pero yo ya había hablado con él de ese tema y ya sabía lo que pensaba, y sé lo que piensa, porque lo hace todo el tiempo, escribe libros y da conferencias sobre cómo fue la salida. Y yo no concuerdo con esa imagen, quiero defender la posición de Wilson, entonces decidí que Sanguinetti no fuera interlocutor de la historia de Wilson.

EC —Pero la relación Wilson-Sanguinetti fue una parte esencial de toda esa etapa. Por supuesto, antes de la dictadura ya se conocían, habían convivido en el Parlamento, etcétera. Pero al regreso, o incluso antes, las conversaciones que tuvieron entre ellos sobre si convenía o no que Wilson volviera, si la estrategia que se estaba siguiendo para empujar a la dictadura hacia fuera era la adecuada o no fue todo un tema, y sin embargo Sanguinetti no aparece.

MG —No aparece. Insisto, ese tema, por ejemplo la reunión en Santa Cruz de la Sierra, está contado en D. F., entonces intenté que los esbozos de Wilson en D. F. no se repitieran. Quizás es un error, pero en el sentido de los interlocutores que yo quería que estuvieran hablando de Wilson es una elección personal que él no estuviera. No sé si me hubiera aceptado otra entrevista, porque con la primera él no había quedado muy contento.

EC —Otra cosa que pasó y que pensé que podía estar detrás de una decisión expresa tuya fue que en muchas funciones de D. F. cuando aparecía en pantalla una parte del público chiflaba, abucheaba. Pasaba eso, ¿no?

MG —Y el otro día pasó lo mismo, cuando De Posadas dice su frase ejemplar aplaude todo el cine. Pero, ojo, no es una cuestión de que yo no quiera mostrar a la contraposición. Al contrario, yo busco una contraposición en el relato, y los mismos De Posadas o a veces Batlle funcionan en ese sentido. Pero no quería que fuera Sanguinetti. Sanguinetti es un tipo muy hábil, muy llamativo, que se roba la atención, y yo no quería que la atención estuviera en él.

EC —¿Y cómo viste la polémica que se generó por esa frase de Ignacio de Posadas en la película, esa frase de que Sanguinetti fue nefasto para el Uruguay? Búsqueda la tomó, sacó una crónica hace siete días en contratapa sobre la película, eligió ese enfoque para el título y generó un hecho político en sí mismo.

MG —Increíble.

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