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Entrevista central, viernes 5 de enero: Eduardo Pereyra

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EC —En todo ese tiempo capacitaron a 400.000 personas, pero de todas ellas la mitad fueron capacitadas ahora, en los últimos dos años. ¿Qué fue lo que cambió, qué modificaciones, qué reformas se hicieron en Inefop para obtener un salto tan grande?

EP —En primer lugar se mejoró el nivel de diálogo entre empresarios, trabajadores y gobierno. Al comienzo de la gestión se definieron claramente los lineamientos estratégicos, es decir cuáles eran las prioridades, se consensuaron esas prioridades, y en función de ello se ajustó el funcionamiento, generando un consejo directivo que es eminentemente político, con representaciones políticas de los sectores, y separando y profesionalizando la gestión. Se buscaron mecanismos más eficientes a través de gerenciamientos, de un secretario ejecutivo profesional y separado de la cuestión política, una menor influencia de la actividad política en la gestión –esa fue una clave muy importante– y algunas definiciones que tienen que ver con qué es prioritario para el Instituto.

EC —¿Qué quiere decir eso?

EP —Priorizar los trabajos activos…

EC —Ahí está, creo que no todo el mundo conoce lo que es Inefop, pero quizás quienes lo conocen lo identifican más bien con cursos para trabajadores en seguro de paro.

EP —Sí, exactamente, es el programa principal. Y muchas veces también para personas en situación de vulnerabilidad o personas que buscamos fortalecer para que ingresen al mercado de trabajo.

EC —Sin embargo Inefop va bastante más allá…

EP —Exactamente, y esa es una clave de los cambios en la gestión: pensar en actuar sobre el mercado de trabajo y en profesionalizar los sectores de actividad buscando la mejora de la productividad, la mejora de la competitividad de las empresas, y pensar en defender el trabajo desde el propio trabajo, buscando la mejora de la calidad, la mejora de la producción, la mejora en la organización del trabajo, la mejora en el diálogo. El Instituto también apoya los escenarios de diálogo entre empresarios y trabajadores para evitar cosas que nos perjudican a todos, de un lado y del otro. Y también pone un foco en las empresas. No solamente son sujetos de capacitación las personas, si profesionalizamos las empresas también ahí hay un campo de toma de decisiones que ayuda a minimizar los riesgos en el empleo.

EC —¿Ese fue un énfasis nuevo?

EP —Sí, ese es un énfasis de este período. Un énfasis con fuerza. En estos tres años que vamos a cumplir en marzo hemos realizado cantidad de convenios con empresas, con sectores de actividad, con participación del gobierno, sin participación del gobierno. Hemos promovido acuerdos de formación y apoyado a los sectores en sus distintas líneas de manera muy intensa, le dimos mucha importancia a esto, que para nosotros es una clave que ayuda a mejorar el desempeño de nuestra economía, a hacernos más competitivos y a buscar mayor estabilidad.

EC —En particular hay una línea de trabajo de apoyo al emprendedurismo. Por ejemplo, asesoramiento en la creación de micro y pequeños emprendimientos.

EP —Sí, ahí hay toda una línea, generamos un área de empresas que va desde apoyo a grandes empresas, formación a técnicos, a mandos medios que necesitan un tipo de formación específica, en algunos casos hemos apoyado también la profesionalización de mandos medios en el exterior del país. Hay una línea muy vasta de trabajo y de productos que se han ido creando que buscan servicios a las empresas. Vale la pena decir con esto que nosotros también nos interrogamos y buscamos la evaluación permanente de los programas y la evaluación de quienes son nuestros beneficiarios.

EC —¿Cómo se hace esa evaluación? Porque ahí vamos a otro estereotipo, el de que los cursos son livianos, flojos, que no tienen profundidad. ¿Cómo puede contestar, con herramientas seguras, a ese tipo de planteos?

EP —En primer lugar, la oferta es variada. Financiamos tecnicaturas de dos años, financiamos proyectos de un año con la Alianza Uruguay-Estados Unidos, y también tenemos cursos como estos de los delivery, que son productos más acotados. Tenemos encuestas de satisfacción tanto de las empresas como de los beneficiarios personas, que nos dan un alto nivel de satisfacción tanto de las empresas como de los usuarios, que en todos los casos recomendarían esas capacitaciones a otras personas. Las empresas también tienen niveles de satisfacción importantes, de continuidad en su relación con el Instituto. Y después tenemos proyectos específicos cuya evaluación de resultados encargamos a instituciones privadas o en algunos casos a instituciones públicas. Ahí se hace un estudio más exhaustivo de la propuesta y surge qué cosas hay que ajustar, qué cosas hay que mejorar. Son evaluaciones de otra profundidad. Son herramientas, una más potente y más sólida, y la otra es la opinión de la gente sobre lo que recibe.

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