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Entrevista central, viernes 5 de mayo: Susana Montaner

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EC —Tenemos preguntas de los oyentes. Por ejemplo, a propósito de la viabilidad, de lo que implica en materia de costos. Usted aclaraba que el proyecto no se dirige a todas las amas de casa, sino a una parte de ellas que estimaba en [30.000].

SM —Sí, y quiero corregir el monto, sería 0,3 % del producto bruto interno, unos US$ 160 millones. Pensemos en el gasto total del Estado, pensemos en que debemos gestionar mejor nuestras empresas públicas. Si bien es un costo bastante ínfimo para lo que significa la solución a la situación de estas mujeres, haciendo una correcta gestión de las empresas públicas saldría perfectamente el monto.

EC —Dice Julio, de Rivera: “El proyecto es bueno siempre y cuando tenga la fuente de financiamiento adecuada. De lo contrario, implicaría aumentar el déficit del BPS y sería en definitiva demagógico o populista, algo que tanto se critica”.

SM —En primer lugar, una correcta administración de nuestras empresas públicas, donde vemos los déficits y no sabemos dónde están los resultados, evidentemente cubriría el tema. Los fondos salen de Rentas Generales, pero definitivamente hay otros gastos bastante más superfluos, como el oyente debe saber, como sabemos todos los ciudadanos. No voy a entrar en el tema, porque además de estar en la ruta, tampoco quiero sacar del programa, porque ameritaría un programa entero hablar de las erogaciones que entendemos que son bastante superfluas. Y entiendo que en un gobierno el Estado, el Poder Ejecutivo, debe colocar de acuerdo a las necesidades y la importancia de un gasto y un gasto social. Estos gobiernos –y yo estoy de acuerdo– han hecho políticas sociales importantes, y yo creo que esta es una imprescindible. Quizás –y sin quizás– podríamos hablar en otra instancia de aquellos gastos que entendemos que nada hacen a la cosa, nada aportan a los ciudadanos, que no le solucionan la vida a nadie y sin embargo representan una cuota importante de las erogaciones del Estado.

EC —Supongo que acá va a venir una discusión, ahí aparece el debate. ¿Usted ha hecho sondeos por ejemplo con el Poder Ejecutivo?

SM —Personalmente no hemos tenido la instancia, porque la vamos a tener seguramente cuando se entreguen las firmas. Y quiero decirle a toda la ciudadanía que a esta campaña, si bien la promocionamos coloradas, batllistas, mujeres que hemos tenido contacto con la realidad, con estas mujeres y este perfil, no le voy a poner una bandera política, le voy a poner el rostro de esa muer, de esa ama de casa que se encuentra en el quintil más bajo, en la pobreza. También quiero decir que creo que todas las amas de casa deberían tener esta jubilación, pero conocemos la situación del BPS. Y comprendemos la inquietud del oyente, pero no pretendemos ser demagogos ni populistas, porque si no estaríamos hablando de una demagogia que se remonta al año 1955.

EC —Preguntan varios oyentes si no existe ya o existía la llamada ley madre, que procuraba lo mismo.

SM —Son cosas muy diferentes y que apuntan a realidades distintas. El objetivo que marcamos es muy diferente, en aquel entonces fueron contempladas varias madres –ya no–, tomando otras circunstancias. Nosotros tomamos la situación económica de esa mujer que ha dedicado su vida entera al cuidado del hogar. Son cosas distintas, no hay que mezclar, son cosas diferentes, y hoy eso no está vigente. Estamos apuntando a aquella mujer que no tuvo posibilidades de desarrollarse personalmente, que ha dedicado la vida entera al cuidado del hogar, de los hijos, y que al llegar a los 60 años está sola, porque su compañero la abandonó o está viuda y los hijos se han ido del hogar, porque los hijos marchan porque tienen su vida, y en algunos casos –hago hincapié en esa nobleza– se ha hecho cargo de algún menor, de algún nieto que ese hijo que se fue dejó a su cargo. Esa mujer que no recibe en este momento prestación alguna y que está sola. Quiero que visualicen cuál es la figura a la que este proyecto apunta. Porque no queremos ser demagogos y porque sabemos que los recursos no son infinitos, lamentablemente, pero entendemos que en esta situación de alta vulnerabilidad el Estado no debe mirar para el costado, y tampoco los legisladores.

RA —En el texto del proyecto de ley, en la exposición de motivos, se señala que a lo largo de los años han surgido en distintas legislaturas varias iniciativas. Por ejemplo, un proyecto del 1985; otro más reciente de Ana Lía Piñeyrúa, del Partido Nacional, en el Senado en 2010; otro de Sandra Etcheverry en la Cámara de Diputados, también en 2010; el de su hermana fallecida, Martha Montaner… Si bien estas iniciativas planteaban quizás aspectos distintos o contemplaban distintas poblaciones dentro de las amas de casa, distintos sectores, y algunos hasta establecían algún tipo de aporte, ¿qué haría que en esta oportunidad la situación fuera distinta y este proyecto tuviera andamiaje? ¿Entiende que el fortalecimiento de los colectivos feministas que se ha dado en los últimos tiempos y el cambio a nivel social vinculado a los temas de la mujer pueden hacer que hoy sea más viable una iniciativa de este tipo?

SM —Creo que lo que le va a dar viabilidad es esta campaña de recolección de firmas en la que la ciudadanía se vuelca entera a firmar, aquellos que tienen 18 años, hombres o mujeres, están llamando permanentemente preguntando dónde tienen que firmar, porque todos tienen un familiar, una amiga, una vecina, una conocida que está en esa situación. Creo que la realidad y el empuje social a través de esta campaña de recolección de firmas es lo que puede dar el puntapié inicial para que se mire esa realidad, que no solo hemos visualizado nosotras, sino ya 1955, luego en otros períodos intermedios, hasta que lo recoge Martha cuando ingresa al Senado. Es una realidad que está claramente visualizada, y creo que estas campañas, cuando se moviliza el pueblo, son el empuje que necesita un proyecto cuando se condice con la realidad, cuando está apuntando a una realidad que estamos viendo y palpando día a día. Es lo que le da el impulso.

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