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Entrevista central, viernes 8 de julio: Martín Vallcorba

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RA —De todas formas, los comercios tienen un plazo para adaptarse y exclusivamente pedir el PIN.

MV —Eso es importante, porque hemos recibido, a partir del anuncio del Banco Central el viernes pasado, un montón de consultas y quejas de que se siguen pidiendo otros datos. Y habría un proceso natural de adaptación que va a llevar algún tiempo, esperemos que sea lo más rápido posible. El Banco Central estableció que los emisores de los medios de pago pueden solicitar una prórroga, por razones fundadas y con un cronograma de ecuación, con un plazo máximo del 31 de diciembre. Creemos que en la mayoría de los casos esto va a estar operativo, ya, en las próximas semanas. La forma que tiene el usuario de darse cuenta si el comercio —el comercio, la red de depósitos, los emisores— efectuó la adecuación tecnológica, es porque en el voucher va a tener que aparecer una leyenda que diga: “No se requiere el ingreso de ningún dato personal”. Hoy por hoy, cuando uno paga con la tarjeta, el voucher muchas veces dice “cédula de identidad, teléfono, firma”. Entonces, una vez que en la leyenda desaparezca esto y se aclare explícitamente que no se ingresa ningún dato, en ese momento tenemos la certeza de que todo el proceso de reconversión ya culminó y el comercio no nos va a poder pedir ningún dato adicional.

EC —¿En el caso de las tarjetas de crédito qué pasa? ¿Sigue siendo obligatorio todo ese papelito con los datos?

MV —Sí, porque las tarjetas de crédito no tienen asociado un PIN, por lo menos por el momento no es la forma en que funcionan, y por lo tanto, en ese caso sí… No sólo debería requerirse que uno ponga el número de cédula, sino que deberían pedirnos la cédula para verificar que somos los titulares de la tarjeta. O sea que en ese caso, todavía sí. Esta es una modificación que aplica solo para las tarjetas de crédito y los instrumentos de nivel electrónico.

RA —Pero incluso con las tarjetas de débito, hay algunas tarjetas que no tienen la identificación del titular, de la persona. En ese caso, un familiar, por ejemplo, sabiendo el PIN, puede hacer una transacción, una compra.

MV —Ese es un punto importante: hoy ya tenemos muchas tarjetas de débito que no tienen la identificación de la persona.

RA —¿Pero se va a hacia eso? ¿Debería tenerla?

MV —Eso depende de cada emisor. Pero en ese caso hoy ya piden el PIN. Todas estas tarjetas —es el caso, por ejemplo, de la tarjeta del Banco República— hoy piden el PIN, porque de lo contrario no habría forma de identificar si el que tiene la tarjeta es el titular o no.

Y la tarjeta, de la misma manera que cuando uno va a un cajero se la puede dar a su hijo, a su cónyuge, para que pueda hacer un retiro de efectivo conociendo el PIN… Bueno, la tarjeta la va a poder utilizar toda persona que conozca el PIN. Por eso es muy importante ser muy cuidadoso en el manejo del PIN, y que por ejemplo el PIN no esté escrito en la propia tarjeta, que no esté pegado en un papel en la tarjeta porque, si la perdemos, puede ser utilizada en un comercio, puede ser utilizada en un cajero, y eso es una medida de seguridad muy importante que todos como usuarios tenemos que tener.

EC —Hoy el semanario Brecha incluye un informe que titula “El plástico o la vida”, y en definitiva lo que plantea es que, a raíz de las medidas para eliminar el uso de efectivo en estaciones de servicio, está habiendo un corrimiento de delincuencia, de las rapiñas, que perjudica a restaurantes y bares. Lo dispone a partir de algunos casos concretos de comerciantes de ese rubro que sienten que sobre ellos ha venido una mayor presión. Incluso uno de ellos sostiene que debería aplicarse para ese sector empresarial el mismo sistema que ahora se está impulsando en las estaciones de servicio. ¿Qué dice usted de todo esto?

MV —La ley que facultó la implementación de medidas de restricción del uso del efectivo, por razones de seguridad también, previó dos cosas: una, que el Poder Ejecutivo pudiera establecer restricciones al uso de efectivo en determinadas actividades, que es lo que hicimos, por ejemplo, en las estaciones de servicio, y lo que se va a hacer próximamente en los taxis, y al mismo tiempo permite que los comerciantes, individualmente, puedan solicitar que se les permita no aceptar efectivo. Porque, en definitiva, esto es una excepción al uso forzoso de la moneda. Hoy por hoy, un comerciante por voluntad propia no puede no aceptar el efectivo, requiere una autorización. Y por lo tanto, está previsto que todos aquellos comerciantes que consideren que por la actividad que desarrollan, por las características de esa actividad, hay riesgos importantes en materia de seguridad, bueno, está la posibilidad de que se solicite y se les autorice…

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