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Entrevista del lunes 12 de agosto de 2019: Pablo da Silveira

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EC —Yo fui uno de los que entraron, en el fin de semana estuve leyendo el programa y comparándolo con el de Lacalle Pou para las elecciones internas. En síntesis, noté que hay pocas diferencias; no pude sacar las cuentas, pero mi sensación es que el 90 % del nuevo texto está tomado literalmente del programa de su sector antes del 30 de junio. ¿Puede ser?

P da S —Mis cuentas son un poquito diferentes. En primer lugar, sí se tomó como base el programa del sector Todos. Además de una realidad política, era una necesidad práctica, no era materialmente posible [hacerlo de otra manera]; pensar un programa de gobierno da trabajo, no se trata simplemente de pensar medidas.

EC —Pero ¿qué ocurrió? ¿No había grandes diferencias programáticas entre Todos y los otros sectores, o al ganar Lacalle Pou con 54 % los otros líderes de hecho aceptaron que se impusieran básicamente las ideas del candidato ganador?

P da S —No, fue un proceso muy de ida y vuelta. Pasa que efectivamente había muchas confluencias en una enorme cantidad de temas. Lo cual no es casualidad, no eran un conjunto de desconocidos que se sentaban alrededor de una mesa, eran integrantes de un mismo partido, la mayoría de los cuales además venimos interactuando desde hace muchos años. Entonces hubo muchas áreas en las que teníamos una confluencia enormemente importante. En otras áreas había medidas complementarias, medidas que estaban en uno de los programas y no en otros, pero no había ningún conflicto, ninguna tensión entre ellas. Por eso es difícil de ver, porque muchas veces la diferencia es una línea.

EC —Uno va leyendo y comparando con el programa de Todos previo al 30 de junio y las frases son textuales, de repente aparece una frasecita que diferencia.

P da S —Esa línea puede significar una medida que antes no estaba, puede significar la modificación de una medida, puede significar la reformulación de una medida. Pero aunque al final quede en una línea –porque todo el programa es bastante telegráfico, porque si no se convierte en una cosa de 500 páginas–, a veces hay mucho trabajo de diálogo y de persuasión mutua detrás de esa línea.

EC —Un aspecto delicado de esa negociación para unificar el programa era qué hacer con las propuestas que manejó el precandidato Juan Sartori, algunas de las cuales habían despertado rechazo, incluso rechazo fuerte dentro del propio partido. Por ejemplo, la tarjeta MediFarma para los jubilados para el acceso gratuito a medicamentos. ¿Cuántas ideas del programa de Sartori se incorporaron?

P da S —De nuevo, hay una enorme confluencia. Si uno mira el programa de Sartori presentado en las internas y mira lo que salió, va a ver que por más que las palabras no sean las mismas, hay, por ejemplo en el terreno de la reactivación económica o en el terreno de la seguridad, muchísimos puntos de confluencia.

EC —Pero por ejemplo MediFarma no está.

P da S —No, no está, para nada.

EC —Y lo de los 100.000 puestos de trabajo tampoco.

P da S —Son dos cosas distintas. Lo de los 100.000 puestos de trabajo no era una medida, uno no puede decir “decrétase la creación de 100.000 puestos de trabajo”. Era una ambición, una meta. A nosotros nos gustaría crear no 100.000, sino 250.000 puestos de trabajo. Pero en el sector Todos somos bastante alérgicos a hacer promesas con numeritos mágicos. En la campaña anterior hubo un festival de números mágicos y no se cumplió casi ninguno.

EC —¿A cuál campaña alude cuando se refiere a “campaña anterior”?

P da S —A la de hace cinco años. Que el 6 % para la educación, que el 1 % a investigación y desarrollo, que las tasas de egreso en la educación media, que las metas de déficit fiscal, las metas de inflación… Recuerdo perfecto que hace cinco años recibimos una presión brutal, por ejemplo con relación al 6 % para la educación, nos dieron palo de todos lados porque nos negábamos a asumir ese compromiso porque no estábamos seguros de que fuera cumplible. Es muy gracioso que los que más nos dieron palo por no comprometer un número mágico fueron los que no cumplieron con ese número mágico. Entonces somos muy alérgicos a los números mágicos, preferimos no darlos. Coincidíamos con el programa de Sartori en toda una serie de medidas orientadas a reactivar el empleo, esa es una preocupación común y eso se refleja en el programa. No queríamos fijar una meta de ese tipo, aunque, insisto, nuestro deseo sería duplicarla.

EC —¿Cuánto termina habiendo del programa de Sartori en definitiva?

P da S —Insisto, hay muchas áreas de confluencia.

EC —Pero ¿medidas concretas?

P da S —Es que si uno repasa las medidas que aparecían en el programa de Sartori va a ver que muchas de ellas tenían plena coincidencia con las medidas del sector Todos.

EC —El título del programa es “Lo que nos une”, igual que el eslogan de la fórmula. ¿Por qué?

P da S —Por varias razones. Una es que no nos gusta hacer política dividiendo, descalificando al que no piensa como nosotros, abriendo grietas. Como dice Luis siempre, nos gusta hacer política tendiendo puentes. Que es la tradición del Uruguay, los uruguayos siempre fuimos conscientes de ser un país pequeño, con desafíos grandes, con vulnerabilidades más grandes que las que tiene un país más poderoso en el sentido económico, en el sentido político. Por algo la tradición política del Uruguay es una tradición de diálogo, de coparticipación, de gobiernos de coalición, de construcción de acuerdos. Nosotros nos identificamos con esa tradición, creemos que es la mejor tradición política del Uruguay.

Junto con eso está el hecho evidente de que nadie va a tener mayorías propias después de las próximas elecciones. Por lo tanto desde ya hay que hacer campaña pensando en construir acuerdos, en construir convergencias con otros.

EC —¿O sea que ese eslogan “Lo que nos une” tiene un doble sentido, “lo que nos une a los blancos” y “lo que nos une con sectores de la oposición” también?

P da S —Lo que nos une con todos los uruguayos de buena voluntad que vean con realismo los problemas que hoy enfrenta el país y que tengan propuestas para sacarlo adelante. Si uno hace campaña descalificando sistemáticamente a los demás, presentándose como el único en condiciones o como el único con legitimidad para gobernar, ¿con quién va a gobernar si gana las elecciones y no tiene mayoría parlamentaria propia? Es una estrategia muy cortoplacista, que genera muchos más problemas que los que resuelve. Nosotros sabemos que si tenemos la suerte de ser gobierno, si nuestros conciudadanos nos hacen el honor de darnos la oportunidad de ser gobierno, vamos a gobernar con otros, por lo tanto lo que hay que hacer no es levantar muros, no es abrir grietas, es construir puentes. El programa sale al encuentro de quienes quieran sumarse a una política que saque al país de los grandes problemas que tiene hoy: el problema de la brutal pérdida de empleo, el problema de la inseguridad, el problema de la educación, el problema comercial. Estamos dispuestos a conversar con quienes tengan ese mismo diagnóstico y tengan propuestas para salir adelante.

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