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Entrevista del lunes 19 de agosto de 2019: Ramón Méndez

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EC —Pero en economía y desarrollo en particular.

RM —En desarrollo también. En desarrollo la realidad es extraordinariamente dinámica, hay cosas que suceden hoy y que eran impensables hace cinco años. Hay una poderosa mirada de Daniel y de todo el equipo vinculada a cómo aprovechar las oportunidades que nos brinda el desafiante mundo del siglo XXI en materia, justamente, de la huella ambiental, de la desaparición de los puestos de trabajo más rutinarios y la emergencia de puestos de trabajo más creativos, de las oportunidades de la bioeconomía, de la economía digital. Hemos preparado todo un programa que inserta al Uruguay en el siglo XXI. Esto hace cinco años no era un tema agenda porque no estaba en la agenda mundial tampoco. Entonces a partir de una mirada prospectiva, de una mirada técnica, estamos teniendo una visión de para dónde están las oportunidades para Uruguay y vamos a poner todo el paquete de la economía y de las políticas públicas dirigido a que Uruguay pueda ser un país de referencia con relación a cómo desarrollar la economía global del siglo XXI.

EC —Por ejemplo, entre los planteos que hizo en esta materia, estuvo el de las “estaciones del futuro”. Lo que de algún modo había sido una idea que Martínez manejó hace unos meses con respecto a la Estación Central del ferrocarril, a la vieja estación de AFE, ahora se extiende, ya no se habla de una, sino de varias. ¿Puede explicar esto?

RM —Otros países exitosos que estamos mirando, que Daniel ha visitado, están exportando conocimiento, están generando conocimiento en las cadenas globales de valor. De alguna forma las etapas de preproducción son las más importantes. Hoy en día uno compra un celular de 400 dólares y la manufactura de ese celular son 20 dólares, todo el resto es la investigación y el desarrollo que se hace antes, la logística de preventa y de posventa, el marketing. Es decir, el agregado de valor de un producto está alrededor de la manufactura misma, ahí está la generación de riqueza a nivel mundial. En eso podemos hacer la diferencia, y justamente, se trata de generar espacios, espacios de coworking, generar startups, donde a partir de la tecnología, de la innovación, del agregado de conocimiento, se genere riqueza que sea exportable.

EC —Ocho estaciones del futuro mencionó.

RM —Sí, es la meta que estamos tratando de construir. La vieja estación de AFE, y de ahí el nombre estaciones, que es un doble nombre, estaciones tiene que ver con la estación de AFE, pero también con el punto de partida hacia el futuro, el lanzamiento hacia el futuro. La idea es generarlos en diferentes puntos del país, asociados a la realidad. Por ejemplo, en Colonia va a estar vinculado a la lechería, en cada lugar va a haber miradas asociadas con la realidad local, con la potencialidad local y con las capacidades locales. Tiene que ver con la UTEC, tiene que ver con el despliegue de la Universidad de la República en todo el territorio, y tiene que ver con formas de transformar la educación.

Uno de los aspectos centrales que colocamos, la transformación educativa, es una enseñanza mucho más vinculada a proyectos, no tanto a la repetición o a temáticas separadas en el currículo. Se trata de integrar al currículo proyectos con problemas de los jóvenes, de los adolescentes, de los niños, de las niñas, vinculados también a su comunidad, y utilizar el conocimiento para que los niños puedan ir resolviendo problemas de manera innovadora y capacitándose desde ese sentido. Una nueva forma de pararse frente al mundo. Ese es el objetivo.

EC —Ya se ha iniciado.

RM —Por supuesto, muchas de estas cosas se han iniciado. Justamente, a veces se habla de que todo es un desastre, pero muchas de estas cosas se han iniciado. La idea es potenciarlas, transformar lo que hoy son ejemplos en la rutina, que esa sea la forma en que se desarrolle en particular la educación.

EC —Hablando de la gente, de la formación, dejando de lado la educación formal, por ejemplo la de primaria, secundaria, etcétera, Martínez también habló –y ya lo había adelantado la semana pasada– de un Sistema Nacional de Formación y Capacitación para la Transición Justa. Mencionó al menos 400.000 capacitaciones, entre 2020 y 2024, focalizadas en nuevas modalidades de trabajo y demandas laborales. ¿Qué cambio implica esto con respecto a lo que ya se está haciendo?

RM —Total. Este es uno de los puntos fuertes para nosotros, porque entendemos que por ahí vamos a favorecer que todos los uruguayos y uruguayas, todos los trabajadores se inserten en esta transformación tecnológica, se inserten en el Uruguay del siglo XXI, en el mundo del siglo XXI. Tiene que ver con pensar de una manera diferente. Hoy hay capacitaciones en el mundo que transforman en un mes y medio, aunque parezca raro, a una persona; por ejemplo, a la cajera de un supermercado la transforman en una persona capacitada para hacer testing de software, para probar software, que es un tema central. El software tiene que ser creíble, si no después nos agarramos la cabeza y queremos matar al que nos vendió la computadora. Esas cosas se pueden hacer.

Venimos identificando un conjunto de actividades que hoy tienen riesgo de desaparecer para capacitar a esas personas rápidamente en otro tipo de actividades que van a ser emergentes en el futuro y que van a ser cada vez más demandadas. Desde temas de gestión humana, de liderazgo de equipos, hasta una cantidad de características que tienen que ver con la creatividad, con la capacidad de emprender, la capacidad de hacer y la tecnología. Hay diferentes modalidades para hacer eso. Por ejemplo, a través de lo que internacionalmente se llaman los bootcamps, que son modalidades mediante las cuales en muy poco tiempo, en unos pocos meses, se generan formaciones superiores. Por ejemplo, en muchos países más de punta en temas de innovación hay empresas importantes que prefieren más que un ingeniero, que se formó en cinco años, con un máster después de dos más, una persona formada en estos bootcamps, que en ocho meses generan habilidades adecuadas para el tipo de trabajo que se quiere desarrollar o para las realidades que tenemos hoy en día.

Esto no tiene nada que ver con hacer cursos de Excel o de diferentes tipos. Hoy tenemos una maquinaria extraordinaria, que es el sistema público de enseñanza, y otra maquinaria extraordinaria que es el Inefop (Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional), que maneja mucho dinero. En Uruguay tenemos por suerte dinero –por suerte no, gracias a las políticas que se han desarrollado en los últimos años– como para hacer políticas activas de trabajo. Entendemos que eso es formidable para a gente que está desempleada en función de sus capacidades anteriores o a gente que hoy en día tiene riesgo de perder el trabajo, darle la posibilidad de insertarse rápidamente en las demandas actuales y futuras.

EC —En esto del desarrollo económico y productivo, usted acaba de profundizar, aunque sea brevemente, en algunas de las ideas para el futuro. Entre otras cosas, ante los desafíos que implica…

RM —Para el futuro y para el presente, porque el 1.º de marzo podemos empezar rápidamente a generar una cantidad de oportunidades para gente que hoy está desempleada o que tiene riesgo de perder el trabajo.

EC —Volviendo a lo que pueda haber de autocrítica en el posicionamiento de Martínez, la referencia que hubo en el discurso al “alto déficit fiscal” que hoy tiene nuestro país fue muy breve, fue mínima. ¿Cómo encuadra en todo este esquema?

RM —Naturalmente nos ocupa el déficit fiscal, tenemos que verlo en la globalidad de las variables de la economía.

EC —Martínez dijo, palabras más, palabras menos, “sí, es alto pero manejable”.

RM —Alto pero manejable, efectivamente.

EC —No es lo que piensa la oposición.

RM —No, la oposición está generando una realidad paralela, el principal candidato llegó a decir que la Argentina de hoy es igual al Uruguay de hoy, cuando estamos hablando de 40 % de pobreza contra 8 %, de una inflación descontrolada frente a una inflación controlada aquí. Miremos los números reales de lo que está pasando en Uruguay. Tenemos una deuda totalmente manejable, la deuda neta no supera el 42 % del producto. Y tenemos sobre todo grado inversor. Entonces nos ocupa el déficit fiscal, pero entendemos que es manejable. ¿Cómo? En particular haciendo las cosas que hizo el propio Daniel en la Intendencia. Gracias a una gestión diferente del gasto pasamos de un déficit del 6 % a superávit durante tres años consecutivos. Entonces sí hay formas de gestionar el Estado en las cuales se puede reducir déficit, y eso con el crecimiento de la economía y con el control del gasto, que son las dos variables fundamentales para lograr el control del déficit.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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