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Entrevista del lunes 2 de diciembre de 2019: Con los economistas Pablo Rosselli, Aldo Lema y Javier de Haedo

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EC —¿Acierto?

 

AL —En el sentido de que Uruguay tiene ventajas comparativas en la producción de muchos de estos rubros. Segundo, Uruguay podría haber optado por políticas como las que hizo en los 60 o en los 50, o como hizo Argentina recientemente –que es una experiencia que tenemos bien a la vista–, que al final terminaron dañando la producción, la exportación de sectores donde había ventajas comparativas. Y vimos en Argentina declinar sistemáticamente la inversión en donde había mayor productividad, mayores ventajas comparativas.

 

Parte de que Uruguay haya crecido como creció entre 2005 y 2014, aunque poco haya seguido creciendo durante los últimos años, para mí tiene que ver con que el enfoque fue: uno, no dañar esos sectores con ventajas comparativas, no castigarlos, no ponerles impuestos adicionales, mantener las reglas del juego, mantener cierta institucionalidad; dos, promover la inversión, que se promovió, y tercero, hubo un aprendizaje en materia de estabilidad económica, porque Uruguay tenía ciertas características que permitían a inversionistas locales o internacionales llegar a él. Todo lo que pasó en Uruguay no fue porque Argentina castigara o dañara o en algún sentido pusiera políticas que desincentivaban o desestimulaban la inversión en Argentina. Si no hubieran venido argentinos, que por supuesto tenían el incentivo claro por estar cerca y conocer, habrían venido otros inversionistas.

 

Además en todo este proceso ha habido sofisticación en estos sectores, mucho valor agregado, crecimiento. Por supuesto que puede haber otros sectores a impulsar u otras políticas más generales en la economía que permitan avanzar en otros sectores, ya sea temas de educación, emprendimiento, etcétera, pero creo que ese es un tema paralelo, no necesariamente contrario a lo que sucedió en estos.

 

PR —Creo que sería un error dramático concluir que Uruguay se equivocó en explotar el boom de commodities. No hay países que se desarrollen de espaldas a los sectores en los que tienen ventajas comparativas naturales. Está claro que el Uruguay hoy depende más del ciclo de los commodities que en los años 90, pero por buenas razones. En los años 90 teníamos una economía mucho más cerrada al mundo, mucho más volcada a exportar productos en los cuales no somos competitivos, a Argentina y a Brasil, en el año 98 la mitad de nuestras exportaciones iban a Argentina y Brasil. Teníamos la economía mucho más orientada a servicios y a productos industriales que no podíamos colocar en el resto del mundo, eso nos hacía mucho más vulnerables a países históricamente inestables y a países que confían extremadamente poco en el comercio internacional. Eso nos hacía vulnerables a las arbitrariedades de las políticas públicas, que en Argentina las vimos por todos lados. Entonces creo que eso sería un enorme error. Uruguay es cierto que incrementó su dependencia al ciclo de commodities, pero lo hizo reduciendo otra mucho más preocupante, que era la dependencia de Argentina y Brasil. Eso no quiere decir que el vaso está lleno, el vaso está por la mitad, seguramente nos faltan cosas.

 

Pero además el Uruguay no es solo commodities. Un detalle más: si nos hubiésemos puesto de espaldas al boom de commodities, el PBI per cápita hoy sería más bajo, el empleo sería más bajo, el salario real sería más bajo. Si estamos celebrando que el Uruguay creció como nunca había crecido en los 10 años que terminaron en 2015 y que aumentó el salario real y bajaron la pobreza y la desigualdad, en buena medida fue porque tuvimos un crecimiento económico formidable. Eso no quiere decir que hicimos todo bien o que no haya que hacer nada más, pero el Uruguay es un exportador de servicios globales, desarrolló un polo forestal que es más que commodity, introdujo un montón de conocimiento en el sector agropecuario, fortaleció su industria turística, fortaleció enormemente su industria de empresas de tecnologías de la información. Tenemos que trabajar más la narrativa de que Uruguay no es solo la vaca, no es solo el agro, pero hemos hecho muchas cosas bien. Faltan, por supuesto.

 

J de H —Tu pregunta, Emiliano, apunta a los que dicen que quizás el país se equivocó. Pero tenemos la respuesta en nuestra propia historia, el país se equivocó justamente cuando no hizo lo que ahora hizo bien, en los 50 y 60 y se cerró al mundo y pasó una etapa tremendamente crítica. Y tenemos más cerca el revival de los 60 en el kirchnerismo, desde Néstor, pero agudizado con Cristina, y que no revirtió Macri, en el cual, de vuelta, le dieron la espalda a los sectores con mayor productividad de la economía. Argentina iba bajando progresivamente en las posiciones mundiales de exportadores de carne, se recuperó un poco estos años y ahora le van a dar otro fierrazo más.

 

Entonces quienes dicen que el Uruguay se equivocó realmente no tienen ningún respaldo histórico. Quizás el punto que algunos destacamos en aquel momento y tratamos de ponerlo con mucho énfasis es que este era un ciclo más de commodities, aunque fueran 10 años, como fueron. Muchos advertimos, hacia el 2012, 2013 –creo que los tres lo hicimos en su momento–, que los precios habrían subido como subieron, que China habría irrumpido como irrumpió o India estaría irrumpiendo. En definitiva, había fenómenos que no eran los mismos en la historia, por supuesto, pero que eran parecidos y que este iba a ser un período en el que en algún sentido los precios iban a […] y que había que construir una institucionalidad y a su vez otras políticas públicas, ya más estructurales, relacionadas con educación, etcétera, que permitieran estar mejor preparados para cuando esos precios […].

 

EC —Ahí en todo caso estuvo la falla, el descuido, el déficit. En confundirse y pensar que el boom era, no digo eterno, pero que iba a ser más largo.

 

J de H —Permanentemente transitório.

 

EC —Y en no aprovechar las oportunidades para determinadas construcciones.

 

PR —Sin duda eso fue un error y hubo analistas que lo advertimos. Recuerdo una conferencia que había organizado Eduardo Blasina, creo que fue en el 2007, en la cual los dos economistas decíamos “el boom de commodities es un ciclo”, y la visión que venía más de los sectores agropecuarios, muy entusiasmados, era que esto era un fenómeno mucho más estructural, asociado al auge de China. Muchos años después, conversando con Eduardo Blasina, decía “en realidad tenías razón”, y yo le dije: “Fue un empate, porque igual duró mucho más de lo que cualquiera se podía haber imaginado”. Es un hecho recontraconocido que los economistas y los actores, los gobiernos y los agentes tienen muchas dificultades para entender bien cuán permanentes o transitorios son los ciclos económicos. Entonces en parte sí, nos lo tomamos más permanente de lo que debimos y hubo economistas que lo dijimos, pero más importante que eso en definitiva es el hoy. En definitiva uno siempre comete errores de predicción, el asunto es cómo corrige cuando advierte que cometió un error de predicción. Y ahí creo que está el desafío hoy, el desafío hoy es cómo hacemos para corregir las cosas que se nos desalinearon en aquel boom de commodities.

 

J de H —Yo me cansé de escribir en mi columna “los ciclos económicos no se han derogado”. ¿Por qué surgió eso? No voy a mencionar a quién, pero con un integrante del equipo económico por aquellos años gloriosos cuando dimos una charla privada en una asociación de colegios privados católicos. Los dos fuimos invitados, y él dijo “gracias a China ya no va a haber más ciclos económicos”, y estaba no en una posición de primer nivel, pero estaba en el equipo económico.

 

EC —Fue muy contundente.

 

J de H —Muy contundente. Por eso digo: “no se derogaron los ciclos económicos”.

 

AL —Y como menciona Pablo, fue algo que además trascendió a los gobiernos, también en el sector privado hubo algunas decisiones relacionadas con esa perspectiva.

 

EC —¿Por ejemplo?

 

AL —En general, en términos de decisiones de inversión, a veces de endeudamiento. Mucho de lo que ocurrió tenía que ver con esto y algunos sugeríamos que efectivamente, en el pasado había habido cinco ciclos iguales con características muy parecidas, el más reciente había sido en los 70, entre el 75, 76 y el 80, 81, pero además teníamos uno mucho más marcado, que fue el asociado a la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Corea en el 53, que fue el final. Ahí también los precios se habían multiplicado por cuatro o cinco veces. Entonces en definitiva creo que tenemos que pararnos hoy, como mencionaba Pablo, y a partir de hoy y habiendo reconocido la parte del vaso medio lleno, empezar a trabajar también sobre la parte del vaso medio vacío.

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