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Entrevista del miércoles 10 de octubre de 2019: Gabriel Quirici

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EC —Hay varias preguntas de los oyentes, muchas tienen que ver con esto del diagnóstico, en el que obviamente podríamos profundizar. Pero prefiero que continuemos, de algún modo vamos a estar hablando de diagnóstico también. Por ejemplo, a diferencia de lo que ocurrió en la campaña de hace cinco años, esta vez el candidato presidencial no promete cambiar el ADN de la educación. Yo sé que las frases a veces dicen más de lo que representan, pero ¿hay un cambio?, ¿hay un tono distinto?, ¿ustedes proponen una reforma menos profunda que aquella que se vaticinaba?

GQ —Al revés, hay una conciencia de que el cambio profundo se hace a través de es la investigación y el involucramiento en lo que se está haciendo en la práctica de la educación. Estamos muy cerca de dar una transformación profunda en enseñanza media a través de lo que los y las docentes vienen haciendo en el terreno junto con algunos dispositivos muy importantes de la política pública, ni que hablar el Plan Ceibal, el Sistema de Protección de Trayectorias, la descentralización territorial. Si a eso le sumamos el aumento de la matrícula y una renovación en el diseño de los liceos, en el tiempo de los profesores y sobre todo lo que propone también Daniel como pensar el país del futuro, el modelo Uruguay Proyecta, por el cual tratar de pasar a que en todos los centros se trabaje no de manera obligatoria –porque hemos aprendido que eso no existe en educación realmente–, pero que se pase a trabajar en enseñanza por proyectos de manera coordinada entre diferentes asignaturas, sin que los docentes pierdan su identidad disciplinaria, porque el docente tiene que saber más de su disciplina para poder enseñar la esencia, pero a su vez trabajando con otros, trabajando articuladamente con los territorios, con la localidad.

EC —Todo el tiempo aparece la palabra territorio, está muy instalada en la jerga de la educación y sobre todo de la izquierda. ¿Qué quieren decir con esas alusiones al territorio?

GQ —Te pongo un ejemplo muy lindo. Estuvimos investigando, en la UTU de Guichón hacen un campamento arqueológico todos los docentes, liderados por un docente pero también la dirección, entonces recuperan la historia, lo patrimonial, a su vez con todas las materias. A veces uno escucha “no se puede hacer nada”, pero hay gente que lo elabora. Y después aprenden de historia, de biología…

EC —Lo del territorio es la adaptación al lugar, a las condiciones, a las características de donde vive esa población estudiantil.

GQ —Sin duda. Pero además la idea de Uruguay Proyecta sería tener una dirección –que ya existe en parte en el organigrama del Codicen, no es crear un instituto nuevo–, la Dirección de Innovación Educativa, y potenciarla para que articule como política de Estado el despliegue de proyectos en todos los territorio. A veces no son solo proyectos de corte de salida didáctica, muy rica, también precisás proyectos en los liceos con más complicaciones socioeconómicas, precisamos apoyos para que los docentes tengan formación en dificultades en el aprendizaje o sostén para sitauicones socioafectivas muy complicadas, y hay que armar un proyecto.

Pero el proyecto no puede ser externo al territorio, decir acá hay un problema de violencia y entonces van determinados especialistas de la ANEP, hablan, hacen una reunión, un taller, pero después el liceo sigue en ese territorio. La idea es diseñar una propuesta que sea para todo el país pero que al mismo tiempo tenga la flexibilidad de que sea construida por los actores en localidad y hacer de verdad cuerpo la autonomía docente para que se profesionalice, tenga más tiempo para eso, y a su vez difundirlo entre todos. Porque muchas veces pasan cosas interesantísimas y después te enterás “en tal otro tiempo hacían esto”. Es muy rico hasta para evaluar mejor, para generar mayor motivación en los chiquilines. Es muy interesante.

EC —Es interesante, sin duda, pero ¿cuántas veces se ha discutido? Recuerdo hace unos años el debate a propósito del Plan ProMejora que apuntaba en esta dirección y que se trancó en el Codicen, generó resistencia de sindicatos.

GQ —Sí, pero ahí hubo un problema –no soy quien para valorarlo observándolo–, se proponían determinadas diferenciaciones económicas, determinados resultados, volvemos a la discusión de la palabra resultados. Proponemos un diseño de política nacional para promover la experimentación pedagógica interdisciplinaria y situada, con libertad, pero que no va a metas en sí, sino que la meta en sí misma es que la enseñanza se modifique con ese sentido. Y apoyar, sí, porque muchas veces las mayores trabas para que se desarrollen los proyectos son burocráticas, son administrativas. Y a muchos docentes nos falta actualizarnos, formarnos en otras áreas donde no tuvimos la experiencia, educación popular, TIC. La idea sería articular la red global de aprendizajes, que es una cosa muy potente del Plan Ceibal, con esta dirección de ANEP y llevar a todos lados. Hay experiencias de la UTU, del FBP, donde hay una asignatura madre, por ejemplo en el curso de Audiovisual, y esa asignatura coordina con todas las otras, pero los estudiantes tienen todas las semanas clases de Audiovisual. Se vuelve una dinámica mucho más interesante para los docentes y para los chiquilines.

EC —¿Ese es uno de los objetivos, que el aprendizaje sea más atractivo?

GQ —Sin duda. Y que la enseñanza sea más atractiva, porque también para los docentes rutinizarse en las clases es una cosa muy compleja, que genera mucha soledad, mucha frustración ante los conflictos que no se pueden resolver. Entonces la idea es convertir los liceos y escuelas técnicas en una suerte de centros de experimentación pedagógica; es algo que ya existe, no venimos con la receta de “la experimentación va a ser esta”. Veamos lo que está pasando, estimulemos a la gente lo que haga, reconozcámosle que eso lleva tiempo, reconozcámoselo a nivel salarial. Estamos pensando que en algún momento vamos a tener que tender a dar más horas que no son las horas pizarrón para que esto pase, para que acompañen a los chiquilines. Porque una cosa es el discurso, pero después queremos que los profesores también conozcan la realidad de los chiquilines más allá del aula, que no es el único punto. Ahí hay un aspecto fuerte, que se engancha con una mirada a futuro de país. También los estudiantes, las chiquilinas trabajando por proyectos –y lo repito sobre todo para mis colegas docentes–, no solo el método ABP (aprendizaje en base a proyectos), que es un método muy valioso, pero la metodología por proyectos existe desde hace un siglo. Hay incluso varias modalidades, están los campamentos educativos, yo mencioné uno al pasar. Que se trabaje de esa manera estimuladamente, sin desconocer las bases disciplinares y lo que cada uno sabe, matemática, historia, pero eso va a articular muy bien con la idea de estaciones del futuro. Y hay materias que ya son así, como Estudios Económicos y Sociales.

EC —Estaciones del futuro es uno de los lineamientos de Daniel Martínez, pero es otra cosa ahí.

GQ —Estás formando a los adolescentes en lo que hoy decimos coworking. En la materia Estudios Económicos y Sociales, que está en sexto de liceo, los chiquilines tienen que agarrar un tema económico-social y atravesarlo con diferentes saberes disciplinares y trabajo de campo. Eso trabajado de forma interdisciplinaria prepara mucho, volvemos a lo de los territorios, pero también te prepara para que los chiquilines, en una zona donde predomina la madera después tengan capacidad creativa, de trabajo en equipo para de repente ir a una zona de la UTEC donde hay un nodo de una estación del futuro. Son los sueños de cada uno, pero si eso se potencia –también requiere tiempo y recursos–, probablemente tengamos una educación media para todos vinculando trabajo, desarrollo y formación humana.

EC —Pero en la que va a haber que medir resultados.

GQ —Por supuesto.

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