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Entrevista del miércoles 21 de agosto de 2019: Diego Sanjurjo

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EC —Si, pero acá aparece siempre una discusión que plantea Bonomi. El ministro dice que se habla de que se han desarticulado las comisarías, pero lo que se ha hecho es dejar en las comisarías al personal mínimo necesario para atender los trámites y la gestión y se ha sacado a policías a las calles. ¿Qué se está pensando, pregunta él, volver a poner policías adentro del edificio?

DS —Yo entiendo la política del MI. Como sentían que no tenían el control de los mandos medios y bajos de la Policía, lo que hicieron fue crear las zonas. La idea de eso fue, justamente, una mayor coordinación y control del territorio. Por desgracia, lo que terminaron haciendo, quizás por no entender bien cómo funciona la institución policial, fue quitarle responsabilidades y jerarquía al comisario, que es una figura central, porque es la que conoce el territorio. Entonces, no es que hayan desbaratado a la comisaría ni al comisario, pero le quitaron responsabilidad y eso hizo también que la policía finalmente perdiera el control del territorio. Fue un error honesto, yo lo entiendo, pero fue un error.

EC —Lo estaba escuchando y al mismo tiempo estaba recordando el discurso del candidato presidencial del Frente Amplio, Daniel Martínez, el sábado pasado, cuando se relanzó su campaña. Un discurso en el que incluyó algunos pasajes de autocrítica y uno de ellos fue sobre seguridad ciudadana. Martínez dijo: bueno, asumo los desafíos y los problemas que tenemos, me hago cargo de la realidad, vamos a ejercer la autoridad sin complejos, con ideas claras y rumbo cierto mediante un conjunto de cinco iniciativas. Uno: más y mejor patrullaje en las calles, mejorando los controles y apostando fuertemente a intervenciones policiales basadas en la información y la inteligencia para desarticular grupos criminales. Dos: fortalecer la policía de cercanía y la policía comunitaria en las seccionales policiales. Tres: más y mejor tecnología para el combate al delito, ya que la tecnología no solo ha cambiado nuestras vidas sino también las formas de los delitos. Cuatro: vamos a realizar profundos cambios en la política carcelaria, poniendo énfasis en rehabilitación. Cinco: abordar con firmeza y persistencia el combate al narcotráfico, al crimen organizado y a las bocas de drogas. Y después, dijo: “Vamos a impulsar acciones integrales y transversales para la prevenir el delito y promover la convivencia, mediante el despliegue de un conjunto potente de intervenciones urbanas, habitacionales, sociales y de seguridad. Hemos llamado a este programa ‘Más Barrio, más vida y convivencia’”. ¿Cómo le suena?

DS —Me suena muy parecido al nuestro en esa primera medida, pero tiene sentido, porque nuestro programa está publicado hace varios meses y, como dijimos antes, los resultados de esta gestión son catastróficos. En todo caso, yo invito al candidato Martínez a no esperar a ser presidente para empezar a implementar esto. Si están de acuerdo con lo que planteamos, por favor, háganlo ahora, porque la verdad que hay gente que está muriendo por la falta de seguridad que hay en Uruguay.

EC —Por lo menos en este esqueleto que él planteó el sábado hay unas cuantas coincidencias con el enfoque que ustedes están proponiendo. Ahora vamos a avanzar más, pero con lo que ya dijo hasta ahora hay puntos de contacto, ¿no?

DS —Sí, sí, no lo dudo. Sin duda que sí los hay. Y está bien que los haya. Esperemos que, sea quien sea, el próximo gobierno pueda bajar la delincuencia, ¿verdad?

EC —Pero, por ejemplo, ustedes proponen “permitir los registros personales preventivos a sospechosos”. Acá se me ocurre que puede haber ya más polémica. ¿De qué se trata?

DS —A mí me pasó más de una vez en el extranjero, diría que hasta constantemente en algunos países, que algún policía se me acercaba y de manera muy respetuosa y profesional me pedía la identificación y me preguntaba qué estaba haciendo. Quizás porque en Alemania yo hablaba otro idioma, es posible, no lo sé. Como yo estoy formado en seguridad, nunca me pareció mal; es más, siempre me quedé impresionado por la profesionalidad del policía y por su capacidad para hacerme sentir seguro. Ahora, soy consciente de que en Uruguay, y acá vuelvo quizás a lo del ala izquierda del FA, hay personas a las que cualquier tipo de interacción con un policía le resulta violenta. Soy consciente de eso porque conozco a muchas personas que tienen esa posición.

EC —Sí, se habla despectivamente de las razias.

DS —Sí, efectivamente, que si un policía, por más que sea profesional y respetuoso, por más que esté haciendo una labor que es absolutamente necesaria para garantizar la seguridad, hay personas que se sienten completamente violentadas, yo lo puedo entender, pero no lo comparto. De vuelta, maduremos como sociedad y entendamos que hay ciertas medidas que se tienen que tomar. Y si hay un policía que tiene que incomodarte durante un minuto para garantizar la seguridad del barrio y encontrar a una persona sospechosa, hay que permitirle que lo haga. Ya hay formas de controlar que no se cometan abusos, eso es perfectamente posible.

EC —Usted hablaba de reacciones o prejuicios en Uruguay ante este tipo de procedimientos, pero en el mundo son polémicos estos procedimientos. Pienso en Estados Unidos, donde se los critica porque terminan apuntando a minorías raciales, generando una conflictividad con determinados sectores de la población que desconfían de la policía. Hay como la provocación de un círculo vicioso que, en definitiva, lo que genera es mayor inseguridad, más violencia. ¿Qué dice de eso?

DS —Bueno, Estados Unidos si bien es un país, por supuesto, mucho más seguro y pacífico que el nuestro -lo digo por el problema que se armó cuando Estados Unidos avisó que éramos un país peligroso para los turistas-, no es un buen ejemplo en materia de seguridad en absoluto. Sus policías no están tan entrenados ni se comportan muchas veces como deberían. Nuestro ejemplo es más bien Europa occidental, del norte y central. Allá la policía tiene un entrenamiento específico para lidiar con la ciudadanía, porque además no son todos los policías los que harían esta tarea, sino solamente aquellos que son policías de cercanía que patrullan esos barrios. Es decir, esos policías son los que van a estar especialmente entrenados y son ellos los que van a tener la importante tarea de acercarse a personas que puedan estar cometiendo actos sospechosos y, sobre todo, porque lo dice específicamente la propuesta, personas que portan armas ilegales. A eso es a lo que nos dirigimos, no es en ningún momento a atrapar a alguien porque sí, no tiene nada que ver con una razia: tiene que ver con que hay personas en Uruguay que portan armas ilegales y no hay ninguna excusa para hacerlo. La persona que tiene un arma ilegal es probablemente la misma que termina haciendo una rapiña violenta o un homicidio, no hay ninguna excusa para tenerla. Entonces, si un policía está informado, quizás por el almacenero, de que hay una persona en la esquina que suele portar un arma y es peligrosa, y [esa persona] tiene que ser incomodada porque le pide la identificación y, en caso de sospecha, le hace un registro, bueno, es algo con lo que hay que aprender a vivir y comprender.

EC —Ustedes dicen en el programa que eventualmente esos policías pueden realizar esos procedimientos con cámaras de video en su uniforme para dar, justamente, mayor certeza.

DS —Tenemos ya tecnología barata que nos permite tener cámaras y micrófonos, como en otras partes del mundo tienen todos los policías, y el policía que en algún momento abuse de su función o de su jerarquía será sancionado con toda la autoridad y toda legitimidad, la misma con la que sancionamos a otros delincuentes.

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