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Entrevista, jueves 10 de mayo: Juan Gómez

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EC —En el cuatrimestre de enero a abril hubo 147 homicidios en nuestro país, 80% más que en el mismo período del año pasado. Este el punto de partida de la entrevista que estamos realizando hoy con el doctor Juan Gómez, fiscal especializado en homicidios en el departamento de Montevideo.
Doctor Gómez, yo le preguntaba cómo ha sido tratar con sicarios, este personaje "nuevo" en el delito en Uruguay.

JG —Un poco más difícil con respecto a otras personas imputadas por un delito de homicidio. Normalmente lo que le van a decir es que se detecta una gran frialdad en ese tipo de personas y, obviamente, es mucho más difícil la instrucción porque nadie le va a decir cuánto cobraron para hacer tal o cual mandado. Cuando las personas están ante la inminencia de que se le aplique la ley con todas las garantías que corresponden, esos sicarios también se vuelven humanos en el sentido de advertir que están frente al peligro cierto de la pérdida de la libertad ambulatoria, uno de los elementos más esenciales en la vida de cualquier persona.

EC — ¿Eso qué implica?

JG —Eso implica que no son tan fieros como parece.

EC — ¿De qué edades estamos hablando en los sicarios?

JG —Muy jóvenes, de 18 a 25 años, le diría que por ahí andan. Creo que se aprovechan de ese estado de juventud, de inconsciencia y de maldad que tienen determinadas personas para, precisamente, utilizar en esos trabajos extremadamente sucios, para llamarlos de alguna forma.

EC —Vayamos a los homicidios en situación de rapiña, que según el ministro del Interior representan el 8% de los casos por lo menos hasta el año pasado. ¿Qué está pasando? ¿Qué lleva a que un delincuente utilice su arma de fuego? Se lo digo porque hemos tenido situaciones en las que se produce una resistencia al robo, pero en otras no y sin embargo terminan habiendo heridos muy graves o directamente muertos.

JG —Ahí es donde entra lo que digo el desprecio por la vida humana, porque no tiene sentido matar a un trabajador que está cumpliendo con su actividad de todos los días…

EC — ¿Pero qué puede ser? ¿La droga, por ejemplo?

JG —La soberbia de contar con un arma, de creer que la superioridad del arma puede ser un elemento definitivo y llevar a disparar sin ningún sentido. Hay varios casos por eso, sin ninguna resistencia y sin nada.

EC — ¿Hay una situación de estrés especial en el delincuente? Por ejemplo, la existencia de cámaras de seguridad en supermercados, almacenes y locales comerciales; el hecho de que la Policía haya ido mejorando su tiempo de respuesta. ¿Todo eso presiona y quizás puede terminar teniendo estas consecuencias indeseadas?

JG —Bueno, no me animaría a decir tanto, pero que sí presiona, porque creo que los delincuentes y determinados niveles cuando estamos hablando de rapiñas y de golpes que son medianamente organizados, saben los tiempos de respuesta de la autoridad policial y muchas veces eso puede llevar a apresuramiento que lamentablemente afecten a una persona hiriéndolas. Puede darse en todo ese esquema algo de eso, pero lo fundamental es la pérdida de valores que las personas que están dispuestas a emplear las armas no les importa la vida de su semejante.

EC — ¿Estamos también teniendo, en esa espiral de violencia que hablaba hace un rato, un crecimiento de la violencia en la reacción ante una rapiña?

JG —También es innegable ese aspecto y me da pie para decirle que he escuchado en algunos casos que la Policía está con las manos atadas. Yo simplemente diría, apelando a la realidad, que me señalen un solo caso en donde me compete trabajar que la Policía haya tenido, o los efectivos policiales que arriesgan su vida en combate del delito y en defensa de la sociedad, hayan tenido un problema relevante -cuando hablo de relevante no es tener que comparecer ante una Fiscalía y dar las explicaciones de por qué actuaron de esa manera-. Mire que dentro de ese número de homicidios habrá por lo menos ocho o diez que responden a reacciones legítimas, en principio, de efectivos policiales. Yo pregunto, cuando me señalan de que están con las manos atadas, de qué ataduras estamos hablando si el sentido común prima en la respuesta de aquellos que tenemos que analizar los temas, lo analizamos con el sentido común. En primer lugar, yo no puedo pretender que alguien que está defendiendo su vida permanezca de brazos cruzados, no deseo eso para mi sociedad, pero la realidad impone que la Policía debe actuar y, es más, en muchos de los casos y cuando advierte que realmente está en la presencia de delincuentes peligrosos la propia fiscalía insiste en que los efectivos tengan especial cuidado en defensa de su integridad. Que no arriesguen la integridad de ningún funcionario policial que está cumpliendo con su deber.

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