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Entrevista, martes 13 de marzo: Jorge Gandini

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EC —A la opinión pública le hace falta autocrítica. Porque la opinión pública, y ni que hablar en estos tiempos de redes, es hipercriticona, pero no siempre tiene los fundamentos para esa crítica.

JG —Eso, la gente repite fácilmente. Y le toca a todo el mundo, uno ve lo que pasa en WhatsApp y es maravilloso, al pobre Astori le pegaron porque iba en un auto oficial de short y no era un auto oficial. Yo me saqué una foto una noche en el Teatro de Verano, coincidimos viendo Saltimbanquis Ferreri, Daisy Tourné, Neco Costa, Carlitos Varela y yo, me saqué una foto con ellos, con todo el público atrás, en un espacio intermedio y puse una frase en el tuit: “Lo que separa el hombre lo une el Carnaval”, una frase en broma. Me sacaron esa foto y la pusieron en los grupos de los autoconvocados con la frase: “Ahí está Gandini en el acto de las focas”, el acto de Piriápolis [del Frente Amplio]. Eso generó una polémica, y yo obviamente estaba en otro lugar, no había una sola bandera del Frente, era obvio que no era un acto partidario, pero generó inmediatamente esa repetición y ese debate absurdo en el que la gente se cuelga, como muchas otras cosas. Creo que la gente tiene que estar un poco mejor informada, controlarnos más de verdad, saber lo que hacemos, para poder exigirnos más.

EC —Teniendo en cuenta ese ambiente, usted en el mensaje del 1.º de marzo hizo una defensa encendida de la actividad política. ¿Qué fue lo que quiso decir, lo que quiso destacar?

JG —Que la actividad política en sí misma es una actividad noble, es una actividad de servicio público, de una cantidad de renunciamientos muy importantes, que se abraza con vocación y con pasión, con cantidad de renunciamientos a la familia, a otras oportunidades, a oportunidades de bienestar económico, llena de riesgos. A nosotros nos eligen, no somos presupuestados, nos dejan de elegir, recorremos una vida en una actividad y de repente nos encontramos fuera de ella teniendo que empezar de vuelta –a mí me ha pasado–, y en sí misma es una actividad que debemos enaltecer, debemos cuidar. Claro que, como todas las cosas que están cerca del poder, tiende a caer en tentaciones y al desvío.

EC —Hay deformaciones.

JG —Y claro, las hay en todos lados. El control social es muy importante, y últimamente hay un control social importante. Esto que hablábamos de las redes sociales, que tiene su parte negativa, tiene su parte positiva porque hay una cercanía de la gente a los temas, la gente se empoderó de un modo de opinión que llega sin intermediarios. Eso hace al control social y es bueno que suceda.

EC —¿Y qué puede hacer usted desde la presidencia de la Cámara de Diputados para enfrentar ese descrédito que percibe que está afectando de manera creciente a la actividad política, a los políticos?

JG —Primero, asumir el problema. Segundo, hacer un esfuerzo para ser mejores, legislar más, trabajar más. La coordinación es un ámbito muy importante, no se ve, está atrás de la escena, pero es la reunión del presidente de la Cámara con los coordinadores de todas las bancadas.

EC —¿Ahí se nota el presidente de la Cámara?

JG —Claro, ahí se nota.

EC —¿Esa es una de las tareas en las que juega su papel el presidente?

JG —Sí. Hay una cantidad y yo quiero que se conozca eso, que se vea todo el trabajo que hay detrás de la sesión. La sesión es la punta del iceberg, el último eslabón de la cadena, pero para que haya una sesión de la Cámara antes tiene que haber habido mucho debate y mucho zurcido invisible, si no la sesión sería interminable. También hay una tarea que son las coordinaciones. En la coordinación de hace unos días teníamos que votar las vicepresidencias, que se votan igual que la presidencia, nominal, de a uno, y la tradición es que se hable también de los nominados. Hicimos un acuerdo y lo que siempre lleva cuatro sesiones, una por cada vicepresidente, lo hicimos en una sola sesión. Fuimos mucho más productivos y eficientes y también pudimos hablar de los compañeros. Quiere decir que se puede trabajar mejor, se puede ser más eficiente. Hoy tenemos una sesión compleja, hay que trabajarla, a las 3 de la tarde nos reunimos los coordinadores para trabajar esa sesión compleja.

EC —Sí, la de hoy es una sesión singular, particular, buena parte del foco de la atención de los analistas políticos va a estar puesta en qué pasa hoy en la Cámara de Diputados con el proyecto de Ley de Vivienda Popular de Unidad Popular, que le genera un desafío grande al oficialismo.

Pero volviendo a su discurso y a lo que usted puede hacer, cómo enfrentar desde la presidencia de la Cámara el riesgo de descrédito de la actividad política, me llamaron la atención algunas expresiones muy enfáticas suyas. “Tenemos que negociar más y acordar más”, y a continuación “estamos acá para resolver problemas”. ¿Puede desarrollar esa idea?

JG —Como le decía, un proyecto de ley no puede pasar trancado mucho tiempo ni podemos anularnos entre nosotros por visiones diferentes. Tenemos que trabajar más, acordar más, asumir que la gente nos está pidiendo soluciones. Estamos para resolver problemas, la sociedad vive en conflicto, permanentemente en conflicto, y el sistema político, a través de sus instituciones, tiene que resolver el conflicto. Les pasa a las intendencias, le pasa al gobierno nacional, le pasa al Parlamento. Si usted dice “cambio esta parada de lugar” unos la van a tener más cerca y otros la van a tener más lejos y eso ya es un conflicto. Eso pasa con una ley, alguien tiene que pagar el costo de un beneficio que otros van a recibir. Eso es permanente. Pero tenemos que resolver, no nos podemos quedar, tenemos a los autoconvocados en estos días, a Un Solo Uruguay visitando todas las bancadas. ¿Qué respuestas les vamos a dar? ¿Tenemos respuestas para dar? Porque al final nos está pasando que la gente nos dice “¡hagan algo!”, uno le explica “yo estoy en la oposición, no tengo votos”, y “a mí no me importa, son políticos, para eso los ponemos ahí, para eso les pagamos, hagan algo”. ¿Hagan algo con qué? Con la educación, con la seguridad pública… El hagan algo es un reclamo fuerte que nos viene, así que estamos para resolver esas cosas.

EC —Es uno de los tantos planteos contradictorios que vienen de la gente. Porque al mismo tiempo avanza lo que en Argentina se llamó la grieta. Estamos lejos de la grieta al estilo argentino, pero hay una fractura muy fuerte en la sociedad uruguaya, hay una división casi 50 y 50, hay enfrentamientos, hay malas caras, hay ceños fruncidos. Eso está marcando la actividad política también.

JG —Cuando nos reunimos los que tenemos más años en esto y tenemos clara conciencia de la responsabilidad que tenemos en la conducción política del país, cada uno en su rol, asumimos todos que tenemos que hacer algo para que no pase en Uruguay lo que pasa en otros países, porque eso que a veces puede parecer un chiste es verdad, lo que pasa en otro país pasa en Uruguay unos años después. Acá ahora hay sicariatos, hay bandas que controlan barrios, hay bandas organizadas; antes lo mirábamos por televisión y creíamos que no llegaba. La corrupción llegó al Uruguay, el desencanto, el desenamoramiento de la gente con una actividad que es el alma, la esencia del Uruguay. Los problemas de la educación, la marginalidad son cosas que nos llegaron. Entonces tenemos la obligación de empezar a levantar un muro para que algunas cosas no nos sucedan, tenemos que mirar un poco más lejos, y además de ir abordando la coyuntura, ir abordando también los temas de fondo.

Tenemos esa responsabilidad, eso es lo que mi discurso quise decirles: vamos a parar un poquito, hay cosas en las que podemos discutir, pero hay otras que tenemos que abordar en conjunto para que no nos pasen. ¡Porque eso es Uruguay, es una comunidad espiritual diferente de los demás países! No por el idioma, no por una cuestión geográfica, somos diferentes porque somos una comunidad espiritual diferente. Pero si nos empieza a pasar lo mismo que a los demás y si las fronteras que se van eliminando porque internet hace que seamos todos muy parecidos y no haya esas fronteras, empiezan a aparecernos, creo que tenemos un problema que después cuesta mucho revertir. Entonces hay una responsabilidad de mi generación política de enfrentar también esos asuntos.

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