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Entrevista, martes 17 de abril: Richard Read

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EC —¿Cómo se hace, hablando de salario, para compatibilizar la preservación de puestos de trabajo y sobre todo la creación de puestos de trabajo –porque hay que cuidar las dos cosas, que no se pierdan y que se generen más– con la lógica de buscar ajustes salariales por IPC más incremento real?

RR —Suena muy bien en la teoría, pero lo veo impracticable.

EC —¿Qué es impracticable?

RR —No creo que sea posible conjugar ese objetivo en una mesa de negociaciones, porque la defensa de los intereses es tan sectaria que no permite acercar las partes para ver cosas en común.

EC —Se lo pregunto a partir de la advertencia que hace tiempo se realiza, por ejemplo desde sectores de analistas económicos y algunos partidos políticos, en cuanto a que el aumento del valor real del salario, que nadie puede negar que es necesario, que es conveniente, estaba siendo peligroso desde el punto de vista del empleo.

RR —Yo tengo un matiz con esa visión. Primero, no todos los sectores son iguales; el sector exportador marca una tendencia y tiene vida propia, el sector del consumo nacional hay que ver cuál y en qué período del año, porque también hay temporadas. Además hay un elemento que no está arriba de la mesa: no se puede discutir productividad porque el sector empleador no muestra los números. El empleador dice “no muestro los números porque no tengo confianza en la confidencialidad del otro lado”. Y el otro lado dice “lo que muestre no le creo”. Por lo tanto estamos muy arrinconados en dos trincheras.

EC —¿Usted entiende que los aumentos reales de salario deberían estar atados a aumento de productividad?

RR —No, porque además creo que para poder hablar realmente de la incidencia del salario en los costos, hay que presentar la paramétrica. El salario no pesa igual en todos lados, una cosa es servicios, otra cosa es industria, otra cosa es software. Por lo tanto, tirar una línea horizontal y transversal como que a todos les pega igual, no, no a todos les pega igual. A algunos les pega mucho más; sin duda, en los servicios el salario pesa. Por lo tanto me parece que hay que sincerar mucho más la discusión. Mientras no sea así, cada uno tendrá su discurso. Y pasan los años.

EC —Pero se negocia de esa manera, “a ciegas” con esos factores.

RR —Así ha sido. Por eso creo que nos perdimos una oportunidad. Alguien tendría que haber marcado la cancha y haber dicho: “Señores, no será en todos los lugares, pero en algunos lugares abramos un espacio nuevo de modernizar la discusión, traigamos documentación, tengamos confianza uno en el otro y veamos”. Puede ser la industria, puede ser el servicio, hay sectores que están muy acechados por la producción mundial, por la globalización. Esos sectores tendrían que estar en estado de alerta. Yo no lo veo. Por lo tanto no creo que el tema empleo esté atado exclusivamente al salario; en algunos lugares sí. Creo que el tema empleo está atado principalmente a un mercado interno que es chico, a una falta de apoyo del gobierno, principalmente en las pequeñas y medianas empresas, que dan trabajo a 800.000, mientras que subsidian o lo exoneran a las multinacionales en montos enormes comparados con lo que apoyan al pulmón de la mano de obra en Uruguay. La mano de obra en Uruguay la sostienen las pequeñas y medianas empresas.

EC —La semana pasada, cuando discutíamos este dato del desempleo en febrero en La Mesa de los Jueves, Esteban Valenti estaba muy preocupado y hacía esta anotación: “Los desempleados no tienen delegados en los consejos de salarios”. ¿Cómo la observa usted, que tiene toda una vida como dirigente sindical, o sea como dirigente representante de trabajadores agremiados?

RR —Es interesante lo de Esteban. Yo lo matizo, porque en definitiva la pelea por los puestos de trabajo… Nosotros mañana vamos a una asamblea para aprobar que la Stella Artois además de envasarla la produzcamos en Uruguay. Nuestra pelea es sustituir la importación por mano de obra nacional, es una forma de arraigar el puesto fijo y el puesto genuino y dejar la expectativa para el que no tiene empleo. No es tan así. Y en definitiva es una responsabilidad de los gobiernos de turno velar por aquellos que están más desamparados, como por ejemplo los desocupados.

EC —Eso terminaba diciendo Valenti: en realidad quien debería representar a los desocupados es el gobierno.

RR —Es uno de los tres que están en el consejo de salarios, el gobierno.

EC —Porque puede pasar que la delegación sindical busque mejorar salarios y que la otra parte termine accediendo, incluso como forma de evitar un conflicto. Pero después, tres, cuatro, cinco meses después, la empresa resuelva el asunto despidiendo o achicando personal.

RR —Sí. Es lo menos representativo en el horizonte de la historia de los 15 años. Porque las empresas que hayan cerrado por la presión del salario en sus costos son contadas con los dedos de una mano.

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