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Entrevista, miércoles 11 de abril: Raúl Sendic

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EC —Creo que lo hemos comentado, pero el fiscal Luis Pacheco descarta la comisión de delitos en varios de los temas que habían sido denunciados, lo explica en su dictamen del mes de marzo. Uno de los temas que estaban arriba de la mesa era la contratación de la agencia La Diez, que había sido muy cuestionada. Entonces, dejando ese hecho al costado, le traslado una inquietud que usted seguramente ha escuchado más de una vez: es un hecho que Ancap aumentó sensiblemente su inversión en publicidad en el período 2010-2015, llevándola a US$ 4 millones por año, y concentró buena parte de ese gasto en 2013-2014, justo los años previos a las elecciones nacionales. Muchos entienden que aquella campaña publicitaria fue una gigantesca promoción de Raúl Sendic como figura política emergente, como líder de una empresa estatal poderosa y pujante. O sea, muchos entienden que se “usó” a esa agencia publicitaria y a Ancap para una promoción de su figura política y de sus posibilidades como precandidato, con lo cual usted habría aprovechado recursos de Ancap para eso otro, para su actividad personal. ¿Qué responde sobre esa discusión?

RS —Es un disparate. Primero, no hay una sola publicidad de Ancap en la que aparezca yo. Y el otro elemento es que yo me fui de Ancap en octubre del año 2013 y el incremento mayor fue en el año 2014, cuando yo no estaba en Ancap, estaba haciendo campaña electoral, primero para la lista 711 y después como candidato a la vicepresidencia. Por lo tanto todas las decisiones que se tomaron en Ancap en ese período no tienen nada que ver conmigo.

Había habido cambios importantes en Ancap, se había hecho una tremenda inversión en la planta desulfurizadora, había que introducir los nuevos combustibles, hubo cambios importantes en la introducción de los nuevos combustibles a partir de caña de azúcar, de cereales, como el etanol y el biodiésel, hubo una promoción e información a la población sobre eso. Es natural que la empresa informe sobre esa incorporación que había hecho con inversiones tan importantes. Por la inversión, porque en definitiva el problema acá con Sendic no es la tarjeta corporativa, porque empezó siendo US$ 800 millones que supuestamente faltaban en Ancap.

El problema con Sendic es que en el período que estuvimos en Ancap hicimos una inversión de US$ 1.200 millones en la empresa y la empresa quedó posicionada de una manera que no la pueden echar atrás. Los verdaderos cambios en Uruguay ocurren cuando lo que uno hace no se puede echar atrás. Se instaló una planta de etanol y de producción de azúcar en Bella Unión que no se puede echar atrás, es una herramienta de desarrollo que quedó instalada. Hicimos inversiones en las plantas de cemento que no se puede echar atrás. Pusimos unas barcazas a circular que no se pueden echar atrás. Hicimos una planta desulfurizadora que no se puede echar atrás. Lo único que se pudo echar para atrás fue lo que no pudimos hacer, la planta de gas. Hicimos nueve plantas industriales, la planta de cal de Treinta y Tres, que también fue cuestionada, sin embargo hoy está exportando cal para Brasil, para Candiota, y funciona.

Lo que no nos perdonan nuestros adversarios políticos es que hayamos hecho toda esa inversión y hayamos dejado posicionada una empresa que estaba pronta para la venta en el año 2005. En el año 2003 hubo un intento de vender Ancap a Repsol y hubo un plebiscito que lo paró. Entonces eso es lo que no nos perdonan y a partir de eso –y no solo afuera, también dentro del Frente– surge la discusión sobre esto. Porque todo este relato se instala en el año 2015 cuando el equipo económico pretende explicar el déficit fiscal con la situación de Ancap. Y esa no era la realidad.

EC —¿Usted dice que todo este relato se instala por una decisión política del Ministerio de Economía?

RS —De instalar el déficit de Ancap como el culpable de la situación fiscal que el país tiene. Y a lo largo de estos años ha quedado demostrado –lo estoy diciendo con absoluta certeza y no tengo problema en decirlo– que tenemos un déficit fiscal estructural en el Uruguay de US$ 1.800-1.900 millones que no tiene nada que ver con el resultado de las empresas, no de Ancap, de todas las empresas públicas, porque no llegan a mover la aguja frente a gastos importantes que hay en la seguridad social y en los sistemas de salud, que yo comparto, no los estoy cuestionando; necesitamos mejorar los sistemas de recaudación para poder evitar ese déficit fiscal y mejorar las cuentas del país de otra manera. No tiene nada que ver con el resultado de Ancap, Ancap puede ganar o puede perder, pero no va a mover la aguja del déficit fiscal.

EC —Es interesante este alegato, esta defensa acérrima de lo que fue su gestión y sus resultados, este señalamiento en cuanto a que usted dejó una serie de cambios en Ancap que no tienen marcha atrás, porque al mismo tiempo hay otra cara, que es lo que Ancap perdió, esa cifra de US$ 800 millones que obligó al Estado a una capitalización y que llevó a que todavía hoy la empresa esté pasando por una reestructura. Vinieron después otras autoridades que nombró este gobierno y que están acomodando a Ancap, que se encontraba muy debilitada, al borde prácticamente de la quiebra. ¿Cómo se entiende la comparación de una cosa con la otra?

RS —No. A nosotros el gobierno de Tabaré Vázquez y después el de Mujica nos indican que tenemos que hacer esa inversión, porque no se nos ocurrió a nosotros hacer una inversión de US$ 1.200 millones en la empresa, tuvimos el respaldo de los dos gobiernos, tanto del presidente Vázquez como del presidente Mujica. Y llevamos adelante la inversión. Quizás nuestro error –y esto lo ha dicho incluso el director Labat, que es blanco y que integra el directorio de Ancap hoy– fue no haberle pedido al gobierno una capitalización de la empresa en ese momento y haber desarrollado el conjunto de inversiones solamente con el endeudamiento de la empresa. El que sabe de empresas sabe que cuando uno va a hacer una inversión de esta naturaleza debe contar con un aporte importante del accionista. El accionista no puso nada en ese momento, nosotros hicimos US$ 1.200 millones de inversión con endeudamiento de la empresa. ¿Qué pasó después? Que se capitalizó un poco menos de US$ 600 millones, esa fue la capitalización que tuvo Ancap al final de todo esto.

EC —Y hoy seguimos cargando con problemas, entre otras cosas el precio de los combustibles.

RS —El precio de los combustibles tiene poco que ver con la gestión de la empresa. Hoy y en toda esta época, mientras Ancap tenía una situación deficitaria recaudaba a través de los combustibles. La mitad del precio de la gasolina es impuesto, y un tercio del precio del gasoil es impuesto, no podemos desconocer esa realidad. Esa carga tributaria que tienen los combustibles no le permite a Ancap trasladar parte de sus costos al precio de los combustibles, hay una carga importante. El gobierno, el Estado uruguayo ha decidido recaudar a través de los combustibles, y no es mala la decisión, pero la gente tiene que saber que eso ocurre. Tiene que saber que cuando está comprando un litro de nafta la mitad de ese dinero va para Ancap y la otra mitad va al Tesoro nacional, a la caja del gobierno.

EC —Lo que usted remarca es que la política que se siguió en Ancap no fue invento suyo ni del directorio que usted integraba.

RS —No, yo no la inventé. Fue aprobada por los dos gobiernos. La política tarifaria también fue una decisión del gobierno nacional. Los impuestos que tienen los combustibles son una decisión del gobierno nacional. El subsidio al boleto es más de $ 3 del precio del gasoil hoy. Esas decisiones no las toma el directorio de Ancap, son decisiones que toma el gobierno.

EC —Aceptando ese enfoque, de todos modos está de por medio la forma como se llevó a cabo esa política. Y acá me remito de vuelta a la vista fiscal, que a propósito de la fiesta de inauguración de la planta desulfurizadora, en la que entiende que no hubo delito…

RS —No hubo delito, a pesar de todo lo que se habló.

EC —De todos modos, se detiene en lo que terminó costando y en la forma como se procesó la fiesta, que sostiene que llevó a que el costo fuera más alto de lo debido. Y dice: “Todo lo cual revela un despreocupado manejo de los dineros públicos”.

RS —Esa es una impresión que tiene el fiscal.

EC —Y esta es una “acusación” con la que usted carga.

RS —Sí. A mí me llamó la atención que el fiscal diga “llama la atención el costo para el corto tiempo que duró la fiesta”. En el argumento habla sobre el tiempo. En realidad, primero, no fue una fiesta, fue la inauguración de una planta, fue la reunión de dos presidentes de la región, vino Cristina Kirchner. Ese fue uno de los motivos de que se tuvieran que tomar muchas decisiones al final, casi sobre la fecha, porque la fecha no se había podido fijar porque era un acuerdo entre los dos gobiernos, porque a su vez el gobierno de Montevideo le iba a entregar las llaves de la ciudad a la presidenta que estaba de visita. Y había casi 2.500 personas en el acto de inauguración. Hubo que montar seguridad, servicios, un brindis. Hubo que hacer eso en realmente pocos días. A mí también me parece cara la fiesta, pero ¿había posibilidad de hacerla de otra manera, en un país tan chico donde hay pocas ofertas de carpas de esa dimensión, de servicios de esa dimensión? ¿Hubo algún acto irregular o algún delito? El propio fiscal termina reconociendo que no. Se puede cuestionar si el precio era conveniente o no, pero no hay ninguna ilegalidad. Porque si no tenemos que explicar lo que el fiscal dice que está bien y lo que el fiscal dice que está mal, todo tenemos que explicar. Y creo que es importante que la gente conozca exactamente por qué razón se hacen algunas cosas y se hicieron algunas cosas en todo esto.

EC —En definitiva, usted entiende que cumplió cabalmente sus obligaciones como presidente de Ancap.

RS —Sí. Creo que la empresa quedó posicionada de otra manera. Hoy si usted mira el balance de Ancap prácticamente no tienen que dedicar recursos a las inversiones, casi no hay inversiones porque están casi todas hechas. Lo único que quedó a medio camino y que se necesita es el segundo horno…

EC —Pero se está pensando en desinvertir…

RS —Eso es un problema.

EC —… en sacarse de encima negocios que no están andando, que no han logrado estabilizarse.

RS —Yo tengo algunas opiniones sobre eso, creo que se han tomado algunas decisiones equivocadas, como por ejemplo dejar caer la planta de Carboclor en Argentina, una petroquímica que estaba en funcionamiento, que se desarma y se va a terminar vendiendo el predio. El otro lugar donde hoy estamos en problemas es el negocio de abastecimiento de buques en la zona, el negocio de barquero es uno de los más importantes que tenía Ancap, mientras estuvimos allí era un negocio importante, y hoy hay más de 100 barcos que no llegan a abastecerse en el puerto de Montevideo porque el negocio de banker prácticamente ha desaparecido. El sindicato está cuestionando la salida de circulación del buque Ancap IX…

EC —Hay informes técnicos que indican que ese buque no puede seguir utilizándose. Ese es el punto.

RS —Sí, pero un barco de 30 años es un barco que está en condiciones de ser operativo. El problema es que a ese barco hay que mandarlo cada determinado tiempo a mantenimiento. Si no se le hace mantenimiento el barco no está en condiciones operativas. Las tareas de mantenimiento hay que hacerlas, fue lo que hicimos durante todo el tiempo que estuvimos allí.

EC —¿Usted discrepa con esta decisión que se está tomando ahora de sacar de circulación el Ancap IX?

RS —Sí, he escuchado los argumentos y creo que al barco se le podría dar el mantenimiento que necesita para que pueda seguir operando.

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