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Entrevista, miércoles 23 de mayo: Marta Jara

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EC —Se nos termina el tiempo y recorrimos los puntos que entraron en esta entrevista tal cual venía armada, pero quedan cantidad de capítulos afuera. ¿Hay alguno en particular en el que usted esté trabajando en este momento?

MJ —Me preocupa el tema de los sobreprecios y si refinar agrega valor, no agrega valor. No son temas fáciles de desarrollar, pero uno escucha números y como se dice, las estadísticas si las torturamos lo suficiente confiesan lo que queremos. Da para un tema, vamos a tener que hacer algún tipo de taller explicativo para eso.

EC —Me parece bárbaro dedicar un tiempo especial a eso, no sé si con usted misma o con otros representantes de Ancap y eventualmente con otras voces. Porque sí, es un debate que aparece permanentemente y en el que el público queda bastante desnorteado. ¿Es solución ir simplemente a la importación de los combustibles? Cuando se compara con el precio paridad de importación, etcétera, parecería que al país le vendría muy bien, a la gente, a los clientes les vendría muy bien.

MJ —En realidad, cuando decimos hay que traer refinado, a partir de ahí se entra en una cadena. La parte de refinar nosotros la hacemos más barato que traer el refinado, de eso no cabe ninguna duda y se demuestra comparando los números del 2016 con los números de 2017, porque en el 2017 tres cuartos del año trabajamos con producto importado y nuestro costo de venta fue muy superior. Luego eso entra en una cadena de distribución que tiene ineficiencias, algunas que son estructurales, que tienen que ver con la escala, con la bandera nacional, con regulaciones y no necesariamente un operador lo podría hacer mejor. Entonces hay que desglosar toda esa cadena, explicar rubro por rubro y abordar conceptos bastante básicos como decir: una cosa es cuánto me cuesta y otra cosa es cuánto lo cobro. Ahí es donde entran políticas fiscales, etcétera. El otro concepto a tener en cuenta es que nosotros manejamos una canasta de productos y hay subsidios cruzados, el más importante es el del supergás, que a Ancap le cuesta entre US$ 30 y US$ 40 millones por año de subsidio. En definitiva hay decisiones de cómo poner precios a los productos que no tienen que ver con si es más eficiente producirlos o importarlos.

EC —Usted está queriendo decir que, por ejemplo, si se trae gasoil importado a un precio conveniente y se lo pone en el mercado, eso genera un desajuste en esa distribución que Ancap realiza internamente de sus costos.

MJ —Sí, eso por un lado.

EC —Cortando grueso, eso obligaría a un aumento del precio del supergás.

MJ —Por ejemplo, sí, para tener el mismo ingreso. Pero además hay algo importante: importar es el primer eslabón de una cadena que después tiene que llegar al usuario en la estación de servicio, donde tiene una logística primaria. En eso definitivamente seguimos trabajando. Una de las cosas sobre las que no me preguntó es todo lo del Ancap IX. Tenemos que buscar eficiencias en todos los eslabones de la cadena. Después se adicionan los biocombustibles, que son más caros que los de referencia, pero la ley obliga a que sean de producción nacional. También ahí estamos trabajando. Y después, si cobramos un producto más caro que el de paridad de importación, el IVA que paga ese producto son más pesos, por eso están el fideicomiso del boleto, las bonificaciones, diferentes tasas, etcétera.

EC —Queda para tratar un día a fondo y con tiempo. ¿Le parece?

MJ —Cómo no.

Video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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