Transcripciones

Entrevista central, martes 15 de setiembre: Ramón Méndez

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Entrevista con el doctor Ramón Méndez, presidente del Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático.

Vea el video de la entrevista

EN PERSPECTIVA
Martes 15.09.2015, hora 8.17

EMILIANO COTELO (EC) —Olas de calor, tormentas extremas, floraciones de algas que alteran la calidad del agua, sequías prolongadas que provocan pérdidas millonarias en el agro…

La aparición cada vez más frecuente de estos fenómenos demuestra que Uruguay no puede ser indiferente al calentamiento global y sus consecuencias. El tema, que no suele estar presente en el debate cotidiano, ha sido noticia en estos días porque el gobierno hizo pública la posición que llevará Uruguay a la XXI Conferencia de la Convención sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, que tendrá lugar en París del 30 de noviembre al 11 de diciembre. La presentación incluye las metas de reducción de emisiones de gases con efecto invernadero que nuestro país espera alcanzar para el año 2030.

¿Qué expectativas tiene Uruguay en esta cumbre? ¿Qué países pueden ser aliados en una posición común?

De estos temas vamos a conversar con Ramón Méndez, doctor en Física, que fue director nacional de Energía en el período de gobierno anterior y que hoy se desempeña como presidente del Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático.

Empecemos explicando qué es el Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático.

RAMÓN MÉNDEZ (RM) —Como el cambio climático era un hecho que ha tocado al mundo pero que en particular toca particularmente a nuestro país, en el año 2009, en el primer gobierno del doctor Tabaré Vázquez, se definió una nueva institucionalidad, que es vista en el exterior como algo llamativo e interesante, que es este Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático.

El Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático es un espacio de coordinación transversal entre seis o siete ministerios, más el Congreso Nacional de Intendentes, más algunos otros organismos como el Sistema Nacional de Emergencia o el Instituto Uruguayo de Meteorología, que busca coordinar las políticas públicas con relación a la lucha contra el cambio climático.

La lucha, la respuesta al cambio climático implica dos cosas. En primer lugar, contribuir como país a la reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero –lo que genera el cambio climático–, y al mismo tiempo adaptarse a las modificaciones que ya están ocurriendo y que ya están impactando. Esa doble expresión mitigación al cambio climático y adaptación al cambio climático es la principal responsabilidad en la coordinación de las políticas públicas que tiene el sistema.

EC —Es una coordinación, desde el punto de vista institucional no es algo rígido, formal.

RM —Sí es algo rígido y formal. Sí existe, hay un decreto que lo creó, que determina cómo se integra su grupo de coordinación. Es algo formal.

EC —Está bien. Mi comentario viene a cuento de que en el proyecto de ley de presupuesto está prevista la creación de una Secretaría Nacional de Ambiente, Agua y Cambio Climático. ¿Qué diferencia hay con la institución que hoy usted preside?

RM —El presidente claramente, desde la campaña electoral e incluso en su discurso inaugural el 1º de marzo en la televisión, planteó que su preocupación por el cambio climático iba a ser prioritaria en su segundo período de gobierno. Entiendo que esta secretaría –que planteó incluso en su discurso el 1.º de marzo–, dependiente directamente de Presidencia, es la respuesta que el presidente entendió más conveniente para potenciar la relevancia del tema.

EC —De todos modos, en el mejor de los casos, esa secretaría estará operativa a partir del año que viene.

RM —Claro, una vez que sea votada y promulgada la ley de presupuesto.

EC —La semana pasada el gobierno dio a conocer las metas que Uruguay va a presentar en la XXI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tendrá lugar en París, entre fines de noviembre y principios de diciembre.

Charlamos sobre este tema hace unos días con el licenciado Gerardo Honty, de una de las ONG ambientalistas de nuestro país. En esa charla quedaba claro que lo que se busca, lo que se espera para París es firmar un acuerdo vinculante para reducir las emisiones globales de modo de limitar su efecto sobre el calentamiento global. Hay un objetivo muy concreto, que es que la temperatura global no suba más de 2 ºC a lo largo de este siglo. Eso es a grandes rasgos lo que se espera de una cumbre como esta. ¿Cómo se moverá Uruguay allí? ¿A qué va Uruguay a esa cumbre?

RM —Uruguay va a varias cosas. Lo primero y más importante es contribuir a que exista un acuerdo vinculante para todos los países. Es un tema que trasciende estrictamente a nuestro país; para el mundo, el planeta, la forma de vida que conocemos es extraordinariamente relevante que frenemos lo que viene ocurriendo debido a la propia actividad humana, fundamentalmente en las últimas décadas. Por tanto generar un acuerdo entre todos los países es uno de los objetivos claros a los que va a intentar contribuir nuestro país.

Hay un tema importante que quiero mencionar. El cambio climático no tiene nada que ver con las formas tradicionales de impacto del hombre sobre el ambiente. Porque en general esos impactos están limitados a un determinado radio alrededor de donde se produce esa acción sobre el ambiente, el aire, el agua, el suelo. El cambio climático es completamente diferente, lo que hace Tailandia influye sobre Tanzania. Es decir, si un solo país del mundo no accede a controlar este tema, nos perjudicamos todos. Y en la historia lo que ha pasado es que unos pocos países han generado la mayor cantidad de emisiones y todos los países lo estamos sufriendo. Entonces, el primer objetivo para Uruguay es que exista un acuerdo vinculante en París que ordene la cancha y nos ayude a todos a hacer una cosa mejor.

EC —Sí, pero por otro lado Uruguay lleva compromisos. ¿Cómo se entiende esta otra parte?

RM —En la XIX Conferencia de la Convención, hace tres años, se estableció que en París se iba a intentar llegar a un acuerdo vinculante. Para eso, todos los países se comprometían a entregar sus metas tentativas de reducción de emisiones al año 2030. Colocados esos compromisos o contribuciones que haríamos los diferentes países arriba de la mesa, veríamos, haciendo la suma, si estamos lejos o cerca de reducir lo que tenemos que reducir para llegar a esa meta primaria de no aumentar más de 2 ºC la temperatura global del planeta.

Esto se ocurre porque se da un hecho bastante inusual en la diplomacia internacional, que es que hay un organismo, creado en el año 88, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por Intergovernmental Panel on Climate Change), que es un organismo creado por Naciones Unidas que reúne a los principales científicos del mundo que trabajan con relación al tema climático. No solamente al tema físico climático, sino también a las consecuencias sociales, productivas, económicas, etc., todas las implicancias del cambio climático. El IPCC se crea porque cuando surgieron las evidencias científicas algunos se oponían, decían que no era verdad, que no había cambio climático, que no era consecuencia de las acciones del hombre. Para aclarar la cancha, Naciones Unidas creó este panel que hoy reúne a miles de científicos a lo largo de todo el mundo.

El IPCC ha actuado con mucha contundencia, cada tanto emite informes que concluyen cuáles son los impactos sobre la Tierra y sobre los seres vivos si hacemos o dejamos de hacer determinadas cosas. Entonces hoy sabemos cuánto tenemos que emitir en el año 2030 si tenemos alguna expectativa de mantener la temperatura menos de 2 ºC por encima del promedio al comienzo del siglo pasado. Por tanto hay que colocar arriba de la mesa lo que los países digamos que estamos dispuestos a hacer hacia el año 2030 para ver si la suma es coherente con lo que los científicos nos dicen que es necesario para preservar el planeta.

Eso fue lo que hizo Uruguay. Al igual que los demás países, estamos en la última etapa de la consulta pública y antes del 30 de setiembre tenemos que enviar nuestro informe a la secretaría de la Convención para que haga el análisis conjunto de todas las contribuciones.

***

EC —Vamos a detenernos en el documento que se dio a conocer la semana pasada, Contribución prevista nacionalmente determinada, ese es el título.

RM —Es la traducción del inglés, bastante complicada.

EC —En la primera página del documento se señala: “Asumiendo una proyección de su actual matriz productiva sin transformaciones estructurales, Uruguay prevé aportar a los esfuerzos internacionales de mitigación mediante las siguientes contribuciones”. Y aparece un cuadro en el que se explicitan los aportes de nuestro país para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero: anhídrido carbónico (CO2), metano (CH4), óxido de nitrógeno (N2O). Esas son las tres grandes categorías.

RM —Sí, esos tres gases explican el 99 % de las emisiones de gases con efecto invernadero en el mundo.

EC —¿Podemos detallar qué es lo que Uruguay entiende que puede hacer en cada uno de ellos?

RM —Tal vez lo más relevante de todo es lo que entendemos que es posible para Uruguay para el año 2030, que es [la reducción de emisiones de] anhídrido carbónico. El anhídrido carbónico es el responsable del 80 % de las emisiones humanas de gases con efecto invernadero, fundamentalmente asociadas con el consumo de combustibles fósiles.

En ese sector Uruguay plantea algo relativamente llamativo, que es ser neutral para el año 2030. ¿Qué quiere decir ser neutral? La actividad humana puede emitir o también capturar el anhídrido carbónico. Este es capturado por los montes, por los bosques fundamentalmente. Por eso la dificultad con relación al cambio climático es que no solo emitimos anhídrido carbónico cuando quemamos combustibles fósiles, sino que al estar deforestando estamos quitando el sumidero, la absorción de anhídrido carbónico que naturalmente ocurría y que el hombre está modificando. En cambio si forestamos o cuidamos, preservamos nuestro monte nativo, estamos contribuyendo, por el contrario, a remover el anhídrido carbónico que otros países o nosotros mismos estamos colocando en el ambiente cuando quemamos combustibles fósiles. Y Uruguay va a tener la particularidad de que va a remover más anhídrido carbónico que el que va a emitir en el año 2030.

EC —¿Hoy cómo es en Uruguay esta ecuación? ¿Cómo es la relación entre emisión y captura de anhídrido carbónico?

RM —Hemos pasado por diferentes etapas. En los momentos de mayor forestación en nuestro país hemos tenido algunos momentos en los que capturamos más de lo que emitimos. En este momento estamos emitiendo más de lo que capturamos, fundamentalmente porque se frenó el ritmo de forestación que hubo en otros momentos. Ahora una de las cosas que se plantean es el manejo más adecuado del monte nativo. El monte nativo es algo que se viene preservando en nuestro país desde hace tiempo, y se plantea un trabajo específico sobre eso. Estamos comenzando un proyecto importante, de cerca de US$ 4 millones, llamado REDD+, que apunta a la preservación de nuestro monte nativo. Eso va a mejorar nuestras posibilidades de capturar el anhídrido carbónico que esté en la atmósfera. Por otro lado, la poderosa transformación energética que viene llevando adelante el país.

EC —¿Cómo juega el cambio en la matriz energética?

RM —Este es el tema más relevante. En el mundo el 75 % de la generación del efecto invernadero, el 75 % de la responsabilidad del calentamiento global es del sector energético. Cuando se genera electricidad, en el transporte, a nivel industrial, cada vez que se queman combustibles fósiles el sector energético contribuye al 75 % del calentamiento global.

En nuestro país, debido a la transformación energética que está ocurriendo, la que ya ha ocurrido y la que está ocurriendo en este momento, en el año 2017 las emisiones van a ser tan tan bajas –porque habremos reducido mucho el uso de combustibles fósiles a partir de las energías renovables que se están instalando– que van a ser unas 30 veces menores que el promedio mundial. Vamos a emitir solamente el 3 %, 30 veces menos que el promedio mundial. O sea, aquello que en el mundo es la principal preocupación nosotros lo tenemos muy resuelto o muy muy avanzado con lo que tiene que ser un modelo de desarrollo muchísimo más bajo en combustibles fósiles y basado en las energías renovables.

EC —Esas consideraciones valen especialmente para las modalidades de generación de energía eléctrica en nuestro país. Por ejemplo, teniendo en cuenta el avance que ha tenido la energía eólica o la energía solar fotovoltaica, que es incipiente pero ya va haciendo su crecimiento, también la energía eléctrica a partir de biomasa, etc. Cada vez se utiliza menos la Central Batlle, por simplificar el asunto.

RM —Exactamente. Otro elemento central en todo esto es la entrada, seguramente en el año 2017, con este pequeño retraso que ha habido, de la terminal regasificadora. La terminal regasificadora también juega un papel muy importante en esto, porque una central de generación de respaldo cuando no tenemos viento, cuando no tenemos agua, que es fundamental, si funciona a gas natural emite cerca de la mitad o menos de la mitad de anhídrido carbónico si comparamos con centrales como la Central Batlle, que es una central muy vetusta. Entonces la combinación de las energías renovables más la regasificadora va a hacer que para el año 2017 tengamos emisiones extraordinariamente bajas, comparadas con el promedio mundial, de nuestro sector de generación eléctrica.

EC —Pero ¿qué pasará mientras tanto con otros sectores de actividad que también expulsan, generan anhídrido carbónico? Pienso concretamente en el transporte, en los automóviles, en los ómnibus, en los camiones, en todo ese parque automotor que ha crecido enormemente en los últimos años.

RM —Y que estimamos que va a seguir creciendo.

EC —¿Entonces?

RM —Ese es el punto en el que tenemos las mayores posibilidades de mejora para el futuro.

EC —El documento no habla expresamente de ese rubro.

RM —Sí, en el recuadro de energía se mencionan específicamente algunas cosas que se han hecho en el sector transporte, en particular los biocombustibles, que reducen las emisiones comparadas con las del petróleo. Pero dice también que se identificaron buenas oportunidades de mejora en ese punto. Y luego, cuando se hace la lista de cuáles son las acciones adicionales que podrían llegar a implementarse, se mencionan varias acciones en el sector transporte, en particular en el transporte urbano de pasajeros. La mejora del transporte colectivo es todo un gran capítulo que tiene que ver con que el ciudadano que tiene auto elija el transporte colectivo porque resulte más atractivo, como sucede en Europa, por ejemplo. Pero también implica transformaciones en el transporte de carga, el transporte multimodal, el ferrocarril, el transporte fluvial, particularmente. En esas áreas se identificaron las mayores oportunidades de hacer cosas alternativas, pero en este nivel todavía no se plantean compromisos concretos para ser implementados sino como temas en los cuales seguir trabajando.

EC —O sea, sin que ocurran esas transformaciones en el rubro transporte, de todos modos, y básicamente por el cambio en la matriz energética en materia de generación de energía eléctrica y por lo que se piensa hacer con la forestación, sobre todo con el monte natural, se llegaría a ese objetivo de que para el 2030 Uruguay sea neutro en emisiones de anhídrido carbónico.

RM —Exactamente. Con esa combinación, a pesar de que todavía no se han planteado como contribuciones concretas medidas en el transporte, de todas formas se consigue en Uruguay un modelo de desarrollo que de alguna forma es a lo que tenemos que apuntar en el mundo: un modelo neutro en emisiones de anhídrido carbónico, que no contribuya a la generación de gases con efecto invernadero.

Hay un tercer sector energético. No son solo la generación de electricidad, que en el mundo es el principal problema –con el carbón en China, en Europa, en muchos lugares, en países en desarrollo también–, y el transporte, también está el consumo industrial. En Uruguay, debido a la cogeneración y otras alternativas que se han llevado adelante en los últimos años, tenemos una matriz de uso de energía en la industria también muy renovable. El 85 % de la energía que se consume en la industria es de base renovable. Y la industria triplicó su consumo de energía en los últimos seis o siete años, o sea que ese gran crecimiento del país y del sector industrial manufacturero se dio con un nuevo perfil de consumo energético que hace que globalmente nos esté quedando un poquito para atrás el tema del transporte exclusivamente.

EC —Este tipo de acciones que usted está enumerando y que permitirían que Uruguay para el año 2030 fuera neutro en emisiones de anhídrido carbónico ¿están pactadas con el sector privado? Porque acá no incide solo el Estado.

RM —Por supuesto. Lo que hicimos fue identificar acciones que yo llamo de triple ganancia. Acciones que si se llevan adelante el país emite menos, el país se adapta mejor al cambio climático, pero al mismo tiempo el país gana más. Es decir, son acciones rentables, no implican un costo, sino que implican un beneficio.

Un par de ejemplos. La energía eólica es un ejemplo paradigmático. Al instalar la energía eólica, primero reducimos los costos de producción de electricidad, o sea que es rentable, hay que invertir pero es rentable, le conviene al país, no es un esfuerzo sino algo que le sirve económicamente al país. En segundo lugar, naturalmente, al instalar la energía eólica prendemos menos las centrales térmicas y emitimos menos. Pero en tercer lugar, reducimos los grandes sobrecostos energéticos en los años de sequía, que llevaban a prender más máquinas térmicas. La combinación de la eólica y la hidráulica reduce tremendamente los eventuales sobrecostos de años secos. Entonces también nos adaptamos al cambio climático, somos menos impactados por los fenómenos climáticos extremos. Ese es un ejemplo de triple ganancia.

Un ejemplo en el agro, que está claramente identificado en el documento, es el riego. Con el riego se produce más, generamos mayores ingresos para el productor, y al mismo tiempo nos adaptamos al cambio climático, nos independizamos de las sequías o ayudamos a independizarnos de las sequías, y al mismo tiempo, como se produce más rápidamente, la vaca se convierte en carne de frigorífico más rápidamente, por lo tanto está menos tiempo en el campo, por lo tanto está menos tiempo emitiendo y por lo tanto por cada kilo que se produce emitimos menor cantidad de metano, en este caso.

Son ejemplos de triple ganancia que no implican sobrecostos ni limitantes de ninguna forma en la producción, sino simplemente adaptarnos a un nuevo mundo y poder competir mejor. Uruguay va a estar mucho mejor preparado para ese nuevo mundo en el que se tendrá en cuenta la huella de carbono, es decir, cuánto se emitió para generar un producto que se va a exportar.

***

EC —Pasemos a las metas de Uruguay en cuanto a reducción de emisiones de metano.

RM —En el mundo el anhídrido carbónico es el principal gas con efecto invernadero, el que más emite el hombre, el que más preocupa. Porque además es el de vida media más larga, una vez que se emite queda en la atmósfera durante siglos. Entonces el efecto tiene un grado de irreversibilidad mucho mayor.

Los otros gases, el metano y el óxido nitroso, son de vida media más corta, actúan en la atmósfera generando efecto invernadero durante menos tiempo, pero al mismo tiempo una molécula de esos gases es mucho más activa en cuanto al efecto invernadero que una molécula de anhídrido carbónico. Por cada molécula de metano que yo largo a la atmósfera genero el mismo impacto que si tirara 20 moléculas de anhídrido carbónico. Entonces, si bien se emite mucho menos metano y óxido nitroso, la preocupación se debe a que tienen un efecto más importante.

Estas dos moléculas, el metano y el óxido nitroso, surgen fundamentalmente del sector agrícolo-ganadero. En el mundo el sector agrícolo-ganadero representa no más del 15 % de las emisiones, pero en nuestro país es completamente diferente, radicalmente diferente. Uruguay es un país productor de alimentos, el 70 % de nuestras exportaciones están directa o indirectamente relacionadas con la producción de alimentos. En los últimos diez años Uruguay pasó de producir alimentos para 8 millones de personas a producir alimentos para 28 millones de personas. Hoy generamos alimentos para 9 veces nuestra población. Somos un país muy particular en el mundo en ese sentido. Nos comparamos con Nueva Zelanda y con algún otro país de la región, pero son muy poquitos los países que son tan superavitarios en la producción de alimentos.

Y en particular producimos carne de vaca, tenemos cuatro vacas por habitante, y la vaca es el más fenomenal productor de gases con efecto invernadero que existe sobre la Tierra. No solamente de metano, por su proceso de digestión, que se produce naturalmente, sino también de óxido nitroso; en la deposición del estiércol en la tierra se produce un fenómeno químico que termina generando óxido nitroso.

EC —La ganadería en nuestro país concentra el 78 % de las emisiones nacionales de metano y el 63 % de las emisiones de óxido de nitrógeno. ¿Qué puede hacer Uruguay en esta materia?

RM —Aquí nuestra mirada es completamente diferente. Primero, con una mirada estrictamente uruguaya podemos decir que es el 70 % de nuestra generación de exportaciones, no podemos ser suicidas en este tema.

EC —Eso puede decir China también a propósito de todo lo que contamina con su industria…

RM —Obviamente, lo decía simplemente como introducción, en realidad quiero decir otras cosas que me parecen más relevantes. En primer lugar, la Convención indica con toda claridad que hay que reducir emisiones, pero no a expensas de la producción de alimentos. Los seres humanos podemos vivir sin petróleo, pero no podemos vivir sin alimentarnos, entonces la Convención de Cambio Climático resolvió preservar la producción de alimentos, fue uno de los artículos iniciales cuando se firmó el acuerdo en 1992. Por lo tanto, de alguna forma Uruguay está amparado en lo que está haciendo, que es lo que tiene que hacer, producir alimentos.

En segundo lugar, hay una demanda de alimentos cada vez mayor en el mundo. Por suerte, hay menos gente que tiene hambre y hay más gente que puede acceder a alimentos de calidad.

En tercer lugar, Uruguay tiene suelos fértiles, ecosistemas muy favorables, no tenemos ni selvas ni cosas por el estilo, tenemos un ambiente favorable para producir más alimentos todavía. La prueba es que en 10 años más que triplicamos nuestra producción de alimentos.

En cuarto lugar, uno no puede cargarnos a los uruguayos algo que estamos haciendo para 28 millones de personas. ¿Cómo se deberían contar per cápita las emisiones de nuestro sector de producción de alimentos? ¿Sobre los 3 millones que somos o sobre los 28 millones que alimentamos? Es una pregunta que creemos absolutamente válida.

Por último, pero no menor, un último tema técnico es lo que tiene que ver con la relación entre el impacto de una molécula de metano o de óxido nitroso y el impacto de una molécula de anhídrido carbónico. La forma en que se relaciona una cosa con la otra se llama anhídrido carbónico equivalente. Se toman las emisiones de anhídrido carbónico equivalente y las emisiones de metano se multiplican por un cierto número y las de óxido nitroso por otro número. Esa conversión al anhídrido carbónico equivalente está en discusión en el mundo, porque en el inicio de todo esto, para que los agricultores europeos fundamentalmente se preocuparan por las emisiones que tenían, se las cargó mucho. Hoy en día el IPCC dice que no está justificado, y obviamente no está justificado el porqué de esas conversiones.

Nosotros somos de los países que cuestionan esa conversión, porque castiga particularmente a estos gases. Es un tema que está abierto a discusión en este momento en el mundo.

EC —Me suena a una buena defensa de abogado esto…

RM —Lo es también, naturalmente.

EC —…como que están argumentando para que a Uruguay no se lo castigue con exigencias muy fuertes en esta materia.

RM —Lo es, no hay duda de que lo es, y no solamente a Uruguay, sino a otros países productores de alimentos. Pero amparados en dos datos científicos importantes. Por un lado, este tema no está determinado y los científicos dicen que hay que volver a discutirlo; que no está determinado está dicho explícitamente por los propios organismos de Naciones Unidas, que hay que volver a discutirlo.

Y por otro lado, la vida media. Una vez que una molécula de anhídrido carbónico queda en la atmósfera sobrevive siglos, mientras que el metano y el óxido nitroso tienen una vida media mucho más corta. Entonces la preocupación es primero concentrémonos y generemos prioridades en reducir aquellos de vida media más larga, después tendremos tiempo de ver qué pasa con estos.

Por último, vuelvo al elemento crucial: podemos vivir sin petróleo, pero no sin alimentos.

EC —A partir de todos estos argumentos, de todos modos Uruguay tiene que presentar compromisos. ¿Cuáles son en esta materia?

RM —El hecho de que uno haga estos análisis no quiere decir que no tenga que generar compromisos. El compromiso de Uruguay es muy claro, es: nos comprometemos o queremos trabajar para reducir la intensidad de emisiones, es decir, que cada kilo de producto alimentario que produzcamos tenga por detrás la menor cantidad de emisiones posible, seamos cada vez más eficientes en generar alimentos con la menor cantidad de emisiones posible. Esas son las metas que se pospone Uruguay.

EC —Para el año 2030, en cuanto a producción, reducir 33 % la intensidad de emisiones respecto del kilo de carne. Ese es un ejemplo bien concreto. ¿Cómo se va a lograr una cosa así?

RM —Fundamentalmente como cobeneficio, a partir de actividades que yo llamo de tripe ganancia. Hablaba del riego, pero hay otra estrategia de mucho mayor impacto, que es el manejo de las pasturas. Con un manejo de los potreros diferente, los pastos pueden crecer más, se dejan crecer más antes de que sean atacados por los animales. Al crecer más tienen mayor superficie, por lo tanto hacen más fotosíntesis, por lo tanto generan mayor cantidad de alimento y por lo tanto el animal cuando come obtiene más energía en la misma superficie. Por lo tanto, al alimentarse más rápidamente, va al frigorífico en menos tiempo, por lo tanto estuvo menos tiempo en el campo y por lo tanto globalmente generó menor cantidad de emisiones. Es un típico ejemplo de triple ganancia, que es mucho más rentable para el productor, porque en menos tiempo produce mayor cantidad de carne, y es eficiente para el medioambiente porque se emite menor cantidad de gases con efecto invernadero por cada kilo de carne que se produce.

EC —Ya lo había mencionado antes como un ejemplo. ¿Qué otras medidas?

RM —Antes lo mencioné como ejemplo del riego, pero esto apunta a algo mucho más sencillo todavía, porque no implica inversiones importantes. Implica una transferencia de conocimiento, implica la difusión entre los productores.

***

EC —Paso a las consultas de los oyentes.

Dice Mariana: “Con lo caro que es producir cualquier cosa en Uruguay, la adecuación a normas para disminuir el impacto ambiental de las emisiones industriales de cualquier tipo debería estar favorecida económicamente de alguna forma por el Estado. No puede ser una imposición que le genere gastos solo al empresario”.

RM —Absolutamente. No podemos estar más de acuerdo con Mariana. Ese es el tema, repito, no se trata de poner normas ni de prohibir ni de poner multas ni nada por el estilo, sino de intentar, en conjunto con los empresarios y sin que implique ningún tipo de sobrecostos para ellos, llevar adelante nuevas estrategias de desarrollo que impliquen antes que nada amento de la rentabilidad, mayores ingresos y que tengan como cobeneficio el hecho de reducir emisiones y adaptarse a un nuevo mundo.

Pero hay que hacer otra reflexión. El mundo va a cambiar, es inevitable. Podemos quedar adentro o quedar afuera. Si seguimos con una forma de producción en la cual no nos importa la huella de los productos que generamos, tenemos mucho menos chance de ser exitosos en ese nuevo mundo.

EC —Porque ahora, cada vez más, se penalizan los productos que no cuidan su impacto ambiental.

RM —Claro. Puede pasar de dos formas. Una forma es que los acuerdos penalicen específicamente los productos de exportación que tengan detrás un alto contenido de emisiones. La otra forma es más difícil de controlar, es la mirada del consumidor, que el consumidor en el supermercado diga: “Este kilo de no sé qué tiene tanta cantidad de emisiones atrás, y este menos; mi país hace un esfuerzo enorme por tratar de reducir emisiones, voy a comprar lo que se importa de países que hacen las cosas bien”. O sea, Uruguay tiene que prepararse, como todos los países, tenemos que prepararnos para un nuevo mundo. Este tipo de acciones que estamos intentando analizar buscan preparar mejor a Uruguay para competir de forma más adecuada.

EC —El documento que estamos comentando hoy todavía no es la versión final.

RM —Fue aprobado por el Consejo de Ministros, en la construcción dialogamos con varios actores de la sociedad civil, participaron un conjunto de 30 técnicos de una decena de organismos públicos y este viernes es la última etapa de consulta a la ciudadanía.

EC —¿Cómo se hace?

RM —Está colgado en la página web del Ministerio de Vivienda desde hace ya unas semanas, estamos recibiendo comentarios. Y se va a hacer una consulta pública que fue difundida, va a ser el viernes a las 10 de la mañana en el ministerio, para recibir los comentarios o las conversaciones que se quieran tener en ese momento.

EC —Hay varios mensajes que tienen como común denominador lo macro.

Dice uno: “¿Y cuándo ponemos la cúpula? Porque si nuestros vecinos no hacen más que nosotros, seguiremos estando en el horno”.

Otro señala: “El gran problema del cambio climático es en realidad la superpoblación. Pero, claro, no es políticamente correcto hablar de ello”.

Y también están los que señalan que buena parte del problema tiene que ver con el hecho de que seguimos produciendo más y más. O, mejor dicho, seguimos fomentando el consumo y a partir de ello la necesidad de producir más y más.

RM —El tema es el consumo, no hay absolutamente ninguna duda. Producimos cada vez más cosas que se tiran enseguida, tenemos una capacidad de comprar muchos más productos, de diferentes tipos, bienes de diferentes tipos mucho mayor que hace apenas unas décadas. Hoy en día, las dos terceras partes de la energía que se consume en el mundo son para producir productos que, muchos de ellos, duran nada. El tema es el consumo, cómo nos relacionamos los seres humanos con el consumo, porque el consumo implica impacto sobre el ambiente. Ese es el tema central de todo esto.

EC —¿Y de qué forma estará presente en la agenda de la reunión de París?

RM —Lamentablemente no son esos los temas que estarán en la agenda de la reunión en este momento.

EC —¿Qué es lo que sí va a estar en la agenda? Yo le preguntaba qué busca Uruguay o a qué va a buscar Uruguay a la cumbre de París.

RM —Uruguay va a buscar básicamente cuatro cosas. Primero, que haya un acuerdo que sea vinculante y que nos obligue a todos los países, porque no podemos poner una cúpula, como decía el oyente. Si hay uno que hace las cosas mal, nos perjudicamos todos. Tenemos que llegar a un acuerdo.

Segundo, que se tengan en cuenta las particularidades de los países productores de alimentos. No somos muchos los que somos superavitarios, claros exportadores de producción.

Tercero, un tema del que no hablamos y que para nosotros es central: que además de mitigar, además de reducir emisiones, hay que adaptarse. Y para adaptarse hay costos, hay necesidad de transferencia tecnológica, hay necesidad de transferencia de capacidad, generación de capacidades. Es un tercer punto que claramente tenemos que buscar, no solamente nosotros, sino todos los países en desarrollo.

EC —O sea, quién paga la adaptación.

RM —Quién paga la adaptación.

EC —¿De qué hablamos cuando decimos adaptación?

RM —Por ejemplo, olas de calor, mayores olas de calor, enfermedades de diferentes tipos que se trasmiten. Mayores sequías, pérdidas económicas de diferente tipo. Inundaciones, desplazamientos de gente –en la última 20 % de la población de Durazno se tuvo que desplazar–. Fenómenos climáticos extremos, pérdidas para el turismo en la costa, pérdida de infraestructura…

EC —Por ejemplo, el hecho de tener que trasladar una determinada población, porque de ahora en adelante se sabe que cada tanto va a haber problemas con el crecimiento del río, etc., ese es un costo de adaptación. ¿Cómo se están discutiendo esos cambios de adaptación?, ¿quién tiene que asumirlos?

RM —Esos son los temas que se están discutiendo en este momento. Pero antes quiero mencionar el cuarto punto, un elemento central que va a buscar Uruguay. Nosotros entendemos que Uruguay está muy bien preparado y muy bien visto internacionalmente como un país que ha llevado adelante políticas exitosas y que ha funcionado y que en algunos sectores está mostrando cómo puede ser un nuevo modelo de desarrollo. Entonces entendemos que Uruguay es un buen candidato para recibir financiación externa.

EC —En general Uruguay está buscando inversiones externas, pero ¿por qué se relaciona ahora ese emprendimiento con la Cumbre de Cambio Climático?

RM —Porque hoy el conflicto en el mundo para llegar a un acuerdo está básicamente en lo siguiente. Los países en desarrollo decimos en general: “Ustedes, los países desarrollados, son los que nos metieron en este baile, son los que se desarrollaron emitiendo durante una cantidad de tiempo, nosotros estamos penando debido a lo que ustedes generaron”. Esquemáticamente…

EC —Es una simplificación, porque los países en desarrollo también han contaminado, también han contribuido.

RM —No solo eso, hoy en día los principales emisores somos los países en desarrollo en conjunto, el principal emisor por lejos es China.

EC —Se da la paradoja de que China esté en la categoría de países en desarrollo.

RM —Exactamente. Entonces dicen: “Ustedes me tienen que compensar a mí, me tienen que ayudar a adaptarme, por lo que ustedes generaron”. Ese es el discurso de los países africanos, de pequeñas islas, de algunos países latinoamericanos, en fin, de los países de menor desarrollo relativo.

Por otro lado, los países desarrollados dicen: “No, nosotros iniciamos, pero ustedes se están desarrollando de la misma forma que nos desarrollamos nosotros. Y ahora ustedes saben que no es esa la forma de desarrollarse, todos sabemos que no es la forma de desarrollarnos”. Y tienen por ejemplo a China, que ha pasado ampliamente a Europa y a Estados Unidos y que hoy per cápita está emitiendo prácticamente lo mismo que emite Europa. Entonces es una responsabilidad colectiva. Y para darles plata hay que ver qué van a hacer con la plata, quiero ver mecanismos de verificación, de reporte de qué se hace con el dinero.

Esa es la gran trabazón que existe en este momento en las negociaciones de quién tiene que hacerse cargo, quién tiene que asumir las mayores responsabilidades y quién es receptor eventualmente de ayudas o de apoyos o de medios de implementación.

En ese contexto, los países desarrollados han accedido a poner un fondo, el Fondo Verde, de US$ 100.000 millones al año a partir del año 2020, para financiar proyectos de mitigación y adaptación en países en desarrollo. Cómo se va a acceder a ese fondo y cómo van a ser esos fondos son de los temas que están en discusión. Los países en desarrollo decimos que tiene que haber más dinero público (donaciones) que líneas de financiación (dinero que tenemos que devolver). Y los países desarrollados dicen va a haber fundamentalmente líneas de financiación, y que para que haya una donación vamos a tener que demostrar que realmente se justifica. Por ahí está la discusión.

En ese contexto, entendemos que Uruguay es un gran candidato para recibir mucho dinero de ese Fondo Verde y que podemos recibir financiación para adaptarnos y prepararnos mejor para un mundo completamente diferente como va a ser ese en el que vamos a vivir dentro de 20 años.

***

RM —Esto último es el gran tema, porque París es un camino, pero ahora viene la construcción de un nuevo modelo de desarrollo en nuestro país. Estamos trabajando con la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y con diferentes ministerios en las medidas de planificación. O sea, en cómo Uruguay se desarrolla de una forma diferente, cómo se prepara mejor para un nuevo mundo y de repente puede subir 20 o 30 escalones en la escalera del desarrollo, porque van a ser otros los patrones que van a prevalecer.

Vea el video de la entrevista

Nota relacionada
Cumbre de cambio climático en París: Organizaciones locales a la espera de los compromisos que planteará Uruguay

***

Transcripción: María Lila Ltaif

Comentarios