Editorial

Acuerdos equivocados

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Por Alejandro Sciarra ///

No sé a ustedes. Pero el acuerdo contra las fake news recientemente firmado por los candidatos, a mi no me gustó. Hemos dejado constancia de que nuestro sistema político necesita de un acuerdo expreso, escrito y firmado de puño y letra, para no mentir. De a ratos me pregunto cuál será su alcance. Si se trata solamente de no mentir acerca del otro, o si incluirá las promesas imposibles, las burlas con tono personal y los títulos universitarios. Me pregunto también, quién se hará cargo de las pintadas de muros que inducen al engaño (además de ser violatorias de reglamentos municipales que nadie hace cumplir), de tuits anónimos insultantes, malintencionados o de portadas mentirosas de los pasquines de siempre.

Supongo que al final del día, nadie se hará responsable de nada. Me resulta un tanto patético. No porque me parezca mal el objeto del acuerdo, que aunque loable, de alguna forma viene a aceptar que esas prácticas otrora pudieron haber salido de la orgánica de los mismos partidos, y de hecho me pone algo contento que se hayan juntado para acordar en algo.

Pero poniéndome en el lugar de alguien, que teniendo la consciencia tranquila de hacer una campaña limpia, se haya sentido políticamente obligado a ser políticamente correcto y poner su firma en un documento que dice que no va a mentir ni tolerar la mentira, no puedo evitar sentir cierta frustración. Y más que festejar, sentiría el peso del fracaso, de haber firmado quizá sin quererlo, la sentencia de muerte, del valor de mi palabra.

Habiendo llorado esta primera pérdida, debo llorar una segunda. Cuando leo que los partidos políticos logran un acuerdo previo a las elecciones, sueño en las cosas en que nos va el país. Pienso, por qué no, en la educación de los más pobres de entre los pobres. En el manejo responsable del dinero de la gente. En soluciones habitacionales en serio para la policía. En los uruguayos que tienen que hacerle un juicio al Estado para que les proporcione un medicamento que les salvará la vida.

Todos entendieron necesario comprometerse por escrito y firmar contra la mentira. Pero si queremos demostrar coraje, arrojo, dignidad y verdadera preocupación por nuestro país y nuestra gente, los acuerdos son otros. No mentir es un deber. Es parte inseparable de la vocación política, y sé que existen aún los vocacionales del servicio público.

Veamos un ejemplo. Hace unas semanas, la Asociación Civil Eduy21 insiste con un pacto en materia educativa, que trascienda las rencillas políticas. Porque quien no esté convencido aún de la necesidad de un cambio es un necio. Quien no se anime a probar algo distinto es un cobarde. Y quien no esté dispuesto a ceder en poder, proyectos personales e ideología, es un egoísta. Hasta el momento, son pocos los políticos que se han colocado el sayo.

Pero hay otro punto interesante. Su sitio web, accesible a cualquiera, no junta aún ni 5.000 firmas. ¿Existe una preocupación real de la población? Más de 400.000 personas firmaron contra la inseguridad, y hay miles de militantes y políticos comprometidos con una causa que entienden justa. Más de 200.000 personas firmaron contra la bancarización obligatoria. Hace unos días, ya había más de 13.000 firmas contra las jineteadas. Repito, el sitio web de Eduy21 cuenta con menos de 5.000 firmas.

Me pregunto entonces si como sociedad, estamos verdaderamente preocupados por los quintiles económicamente más deprimidos de nuestro país. O si logramos siquiera entender un mínimo de la gravedad del problema que tenemos, ni siquiera a futuro, sino hoy mismo.

Mientras termino estas líneas, leo que se propuso a los candidatos firmar una declaración para cumplir con la ley electoral que prohíbe la publicidad hasta 30 días antes de la elección. Firmar una declaración que diga que quienes aspiran a ser presidentes de la República cumplirán una ley. Ya firmaron comprometiéndose a no mentir. Nada me sorprendería.

Lo importante, como siempre, queda en el tintero.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 01.05.2019

Alejandro Sciarra es abogado de formación, pero a los 30 años dio un giro hacia la psicología positiva aplicada al ámbito educativo y empresarial. Desde los 18 años participa en política, integró en más de una oportunidad La Tertulia de En Perspectiva, es colaborador del Semanario Voces y en Radio Oriental. Desde hace un año está radicado en Italia con su esposa, desde donde sigue de cerca la realidad política y social uruguaya y europea.

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