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La Mesa TIC, martes 11 de julio

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EC —¿Y eso no los motiva, por lo visto?

Ms —No sé si no los motiva, quizás falta contar esa transversalidad que tiene la industria TIC, que es muy importante. Hay muchísimas oportunidades de desarrollo en base a un problema que tiene otro, entonces acá probablemente la solución no surja solo de la disciplina TIC sino de solucionar el problema de alguien en base a tecnología y ahí es donde tiene que estar la mirada. Esto probablemente los obligue a los jóvenes a vincularse con otros sectores, con adultos, con sectores sociales más vulnerables, etcétera, y que planteen una solución. Creo que sintiendo que son parte de entender un problema a resolver viendo cómo la tecnología lo puede resolver, es fantástico. A mí me pasó en 2011, yo además soy docente de la tecnicatura en Redes y Software en UTU, que con motivo del bicentenario la consigna de la dirección fue que todos los profesores hiciéramos alguna vinculación con ese hecho. A mí lo que se me ocurrió fue plantear cómo hubiera sido ese 1811 si se hubiera contado con la tecnología que teníamos en ese momento. El trabajo fue impresionante, a Artigas le hubiera llegado un mensaje avisando que venían los españoles, en fin, un chico llegó a hacer un falso Facebook… la cabeza me parece que tiene que estar puesta en ese tipo de cosas, el problema primero, porque eso puede contribuir a que se visualice más el para qué van a trabajar en el futuro, porque eso es lo que después les espera en el trabajo. Gabriel lo sabe bien…

GC —Para mí por ahí va gran parte del desafío, que es darse cuenta de que tenemos que cambiar… Aprender a programar no es para nada atractivo, a mí no me gustaría programar, es una tarea mecánica, es como cortar y suturar para un cirujano, lo que hace un cirujano no es eso sino salvar vidas, y yo creo que hoy en nuestra industria probablemente estemos en el momento más increíble para que una persona que tenga ganas de tener impacto en la vida de otro pueda hacerlo. Cuando uno mira uno las noticias hoy salen constantemente las empresas de las redes sociales, las de los autos que están transformando el mundo, las de la medicina… las próximas curas a determinadas enfermedades van a venir de programadores, pero no porque programan sino porque parte de su trabajo es agregar unas líneas de código pero otra gran parte es tener empatía con lo que le pasa al usuario del otro lado. Estamos en una época de quiebre, el programador antes era alguien que estaba atrás de la pantalla, oculto en un lugar oscuro, y cada vez más se va a requerir que la persona tenga habilidades humanas y sociales, inteligencia emocional…

EC —¿Cómo es eso de las habilidades humanas?

GC —Y sí, porque esto que se viene ahora de que el software está invadiendo el mundo y tenemos todos un miedo tremendo de cuántos puestos de trabajo vamos a perder, también va a llegar a los programadores, las máquinas también van a programar muy bien, va a haber un montón de tareas rutinarias que las va a poder hacer una computadora. El espacio donde nos vamos a poder diferenciar y generar valor es la parte humana, artística, emocional, entonces el cambio que va a haber para un chiquilín es que no se va a tener que ver como un nerd atrás de una computadora tratando de hacer cosas exclusivamente matemáticas; por eso para mí la incorporación de las mujeres es muy importante, porque cada vez más se requiere un componente que tiene que ver con el sentimiento materno, con la ética… Lo que pasa a través de la tecnología es que uno está cada vez más expuesto a jugar con la vida, con las leyes y se precisa una sensibilidad que una computadora no va a tener para discriminar qué hacer, el ser humano va a tener que empezar a discriminar, por eso me parece que el cambio es que quien va a trabajar en la industria no va a tener más un perfil de alguien exclusivamente experto en matemáticas, lo cual no quiere decir que eso no se requiera.

EC —Hemos ido conversando algunos de estos aspectos en la columna de los miércoles En Perspectiva con el abogado Matías Rodríguez, por ejemplo, el tema de los desafíos éticos y jurídicos que vienen con la inteligencia artificial. Ese es un campo en el que, por ejemplo, la sensibilidad haría una contribución importante, como decías, Gabriel.

GC —Sí, y en donde yo creo que un joven se entusiasma por el impacto… Los jóvenes no son para nada apáticos o indiferentes, lo que requieren es sentir que lo que hacen tiene sentido, cada vez más buscan que lo que hacen los entusiasme, no les gusta hacer una tarea rutinaria, se aburren rápido… Si lo seguimos planteando como una tarea de programador, suena un poco tedioso, pero ese programador es el que permite que una persona no tenga que ir a una sucursal bancaria y pueda dedicarle tiempo a su familia desde su casa, es el que le cambia la vida a otra persona cuando a través de Facebook encuentra a un amigo, es ese mismo programador el que hizo un algoritmo que permitió que una enfermedad se cure, pero su tarea no es picar código sino cambiarle la vida a otra persona.

EC —¿Y los demás?

AG —Yo estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Gabriel, esta profesión es cada vez más transversal, entonces cada vez se necesita más estar en el mundo y tener habilidades humanas, eso es real. Yo me acuerdo de que cuando empecé a estudiar prácticamente no se necesitaban las habilidades humanas, sabiendo programar bien estaba, y el usuario tenía que consumir lo que nosotros desarrollábamos. Hoy es totalmente diferente, eso cambió, si bien hay cosas que se mantienen como la forma de programar y otras cosas, la parte humana del software es fundamental, yo no puedo desarrollar un software si no tengo en cuenta quién lo va a usar, cómo o de qué manera.

EC —¿Tienen un ejemplo como para que el oyente entienda?

AG —Cualquier tipo de aplicación que tengamos en el celular, nos bajamos miles de aplicaciones en el celular y al final del día utilizamos tres o cuatro, ¿por qué?, porque esas aplicaciones de alguna manera nos están resolviendo algo para nuestro día a día. Son cosas que hoy tenemos totalmente incorporadas: un cajero automático, cajas sin personas en los supermercados… ese tipo de cosas son las que se van a desarrollar con software en el corto plazo. El tema de la ética es fundamental pensando en la automatización de las cosas, detrás de los autos que conducen solos va a haber que desarrollar muchísimas normas de ética, hay algunas películas que hablan del tema, como Yo Robot.

MS —Eso se tiene que enseñar, durante el proceso de aprendizaje de una carrera eso tiene que estar presente. Nosotros en la UTEC en la tecnicatura en Tecnologías de la Información, algunos proyectos los trabajamos con las otras carreras y eso surge a veces a iniciativa de las otras disciplinas. Por ejemplo, concurre el coordinador de la carrera de Técnico en Manejo de Sistemas de Producción Lechera y me presenta un problema: un grupo de estudiantes tiene la necesidad de crear un portal académico para cuestiones ganaderas de remate, maquinaria, etcétera; lo que hicimos fue vincular a esos estudiantes con los de la tecnicatura para llevar adelante ese proyecto. Este año hay otro proyecto con esa área que es de cría de terneros, trazabilidad, etcétera, ahí a nivel de la UTEC generamos intereses en dos grupos bien importantes como son los estudiantes de las dos carreras. Los estudiantes de TIC ven justamente lo que yo les mencionaba: un usuario o cliente de verdad al que hay que resolverle ese problema real mediante tecnología. Creo que el camino de trabajar y enseñar en el aprender haciendo también es una pata muy importante en las instituciones educativas.

EC —Los talleres de robótica que está impulsando el Plan Ceibal, por ejemplo, van en esa dirección. El ejemplo más claro es el del grupo de estudiantes del liceo de Tala, ¿no? Ellos acaban de ser premiados por la NASA no tanto por el robot que crearon sino por la investigación que hicieron antes a propósito de un problema que afectaba a su comunidad, la leptospirosis, y como enfrentarlo por una vía no tradicional.

IG —Exacto. Tenían tres componentes que evaluaban los jueces en esa competencia, uno tenía que ver con valores, que era un poco lo que hablábamos antes, otro era el proyecto de investigación y el último el desafío del robot, digamos; ellos recibieron el premio por el proyecto de investigación.

EC —Que fue un proyecto en el que, justamente, trabajaron de manera interdisciplinaria.

IG —Totalmente, incluso ahora fueron con un equipo ampliado, no eran los tres estudiantes que habían ganado la edición del concurso anterior en Houston sino que habían reforzado al equipo trabajando y profundizando esta línea de investigación. Realmente fue un orgullo para la comunidad y el liceo, es impresionante. Pero si bien este caso es notorio por este reconocimiento, hay que dejar claro que hay semillas de estas en muchísimas partes del país, hay muchísimos centros que están trabajando en este sentido y creo que lo que más rescato es que tiene poder para realmente revincular a los estudiantes con los centros educativos. Hemos visto muchísimos casos de estudiantes con baja autoestima, desmotivados, que realmente uno teme que deserten en cualquier momento, y logran vincularse a estos espacios que promovemos, junto con el Consejo de Educación Secundaria, con laboratorios digitales donde tienen además de robótica impresoras 3D y un montón de tecnologías que les permiten pasar a ese rol de productores de tecnología y no tanto de consumidores. Hemos visto a chiquilines que dan un vuelco y pasan a ser referentes de la clase, con la autoestima fortalecida, re motivados con la propuesta… es como un enganche. Y de repente no eran el prototipo del estudiante al que le va bien en matemática o el super inteligente de la clase sino chiquilines que estaban en la otra punta.

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