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Entrevista central, lunes 27 de noviembre: Carlos Iafigliola

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EC —Este tema da para mucho más y va a seguir en el debate, queda apenas esbozado. Vamos a seguir avanzando en otras de las posiciones de su movimiento y su precandidatura. Está el rechazo a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, a la ley de matrimonio homosexual, a la ley que despenalizó la producción y comercialización de marihuana. Pero por ejemplo matrimonio homosexual, consumo de marihuana son hechos consolidados en la sociedad. ¿Cuál es la alternativa? ¿Cómo contempla usted, desde su posición, esas realidades?

CI —Está claro que lo de la marihuana en muchos lugares se utilizó como una especie de estandarte, “qué bueno, el Uruguay legalizó producción y comercialización de la marihuana”. A mí me parece vergonzoso que el Estado lleve adelante la producción de droga, como mirada para el futuro un país y un Estado que se dedican a producir marihuana, sabiendo que es droga, me parece triste. Ese es un elemento que va a estar arriba de la mesa. No integra nuestra agenda de prioridades, pero si tuviéramos la posibilidad, si me dejás por dos minutos ser presidente, tendría una mirada mucho más dura con la aplicación de esta ley.

Lo del matrimonio igualitario igual, no integra nuestra agenda de prioridades, pero no lo entendemos, nos parece que la ley natural, la naturaleza humana muestra otra cosa claramente, que tiene que ver con la unión entre un hombre y una mujer.

EC —Pero esa realidad ha ido cambiando. Y la sociedad en Uruguay y en todo el mundo muestra otros tipos de parejas.

CI —La realidad no ha cambiado, la realidad es la de siempre, siempre hubo personas con distintas orientaciones sexuales. Lo que se intentó a través de leyes fue ir dándoles derechos y terminaron con este llamado matrimonio que a nosotros obviamente el nombre nos pega porque no tiene nada que ver, matrimonio viene de matri, ‘madre’…

EC —¿Su objeción es al instrumento matrimonio para estos casos?

CI —En realidad la objeción tiene que ver con toda la ley. Obviamente el nombre también nos preocupó, porque hasta la unión concubinaria uno podría entender que había la intención de regularizar situaciones. Pero lo que más nos preocupa es que este tema es la punta del iceberg. El iceberg es el avance en nuestra sociedad de la ideología de género, que viene avanzando lentamente, y que el último de los movimientos fuertes que ha hecho es querer estar en la educación formal a través de la educación sexual a niños de 3 años en adelante.

El otro día en la tertulia me causó gracia porque uno de los que me llamaron “ultraconservador, retrógrado” fue Valenti, que redobló la apuesta. Valenti se opone a la Guía de educación sexual, entonces Valenti también es retrógrado, ultraconservador. Estamos hablando de una guía que es atravesada de punta a punta por una ideología que es la llamada perspectiva de género, que niega la biología, dice que no nacemos varón y mujer sino que nuestro sexo es una construcción social y cultural. A esa guía le estamos dando con un caño, estoy recorriendo el país desde hace meses hablando en contra de esa guía. Ese es el iceberg de todas estas cuestiones.

EC —Volviendo a la discusión del jueves en La Mesa, a partir de la catalogación que hacía Butazzoni del movimiento que usted encabeza como conservador o ultraconservador, incluso la comparación con movidas políticas que están dándose en otras partes del mundo, por ejemplo Europa, había una pregunta: “¿Qué dice Iafigliola sobre la inmigración?”.

CI —Me parece bien, creo que el país tiene que estar abierto a la venida de ciudadanos de otros lugares. Ha sido histórica la mirada que siempre ha tenido nuestro país, y me parece bien. De hecho en mi caso particular, mi papá es italiano, la familia de mi papá se vino después de la Segunda Guerra Mundial, mi padre era chiquito. Creo que está bien, no lo veo mal. Lo que me parece que tenemos que hacer es que quienes viven en el país, sean oriundos del Uruguay o vengan del exterior, vivan dignamente.

EC —La pregunta venía porque muchos de estos movimientos con los cuales se comparaba lo suyo tienen una mirada antimigración.

CI —No, no, no. A veces se suele etiquetar a los movimientos y no. Si querés buscar algo parecido al movimiento Adelante o a Carlos Iafigliola, no lo vas a encontrar. Porque uno tiene sobre su espalda una historia personal, política, familiar, que le pesa a la hora de llevar adelante su visión. Una historia espiritual que tiene que ver con un contenido cristiano. No intenten etiquetarme, mucho menos compararme con movimientos que andan en la vuelta, porque no me parezco a ninguno.

EC —Curiosamente hubo otro punto de contacto con algunos de esos movimientos, que fue su reclamo antiestablishment, la forma como usted se posicionó frente a los líderes, frente a los dirigentes más conocidos del partido, con esa pregunta que escuchábamos en la introducción, que hizo en el discurso: “¿Dónde está escrito que para ser candidato del PN hay que tener un título de Harvard, una camioneta 4×4 o campo?”. Usted ve al partido como muy elitista.

CI —Hay una mirada en el imaginario colectivo que tiene que ver con algo de eso. Esto no es un invento de Carlos Iafigliola. Obviamente en mi discurso puse algunas ironías en el extremo como un recurso para llamar la atención.

EC —Sí, porque estudiar en Harvard no tiene nada malo en principio. ¿O sí?

CI —No, totalmente de acuerdo. Y tampoco tiene nada de malo tener un campo, tener dinero o tener una 4×4. No va por ese lado. Va por el lado de que en el imaginario colectivo, fuera del partido y dentro a veces también, parecería que para ser candidato del PN hay que tener determinado perfil que viene por el lado que yo marcaba en forma irónica y extremista. Entonces hay análisis como los que hace el compañero que el otro día también estaba en la tertulia, que es un gran amigo, pero se ve que olvidó que nos conocemos, que es Bonilla…

EC —Hernán Bonilla, un hombre del PN.

CI —Sí, pero no me mencionó en ningún momento, y vaya si me ha visto militar, e incluso hace dice que el partido tendría que buscar alguna forma tipo de condiciones para evitar candidaturas como la mía, dice “tendría que poner que entreguen firmas, etcétera”.

EC —Sí, porque llamaba la atención la proliferación de precandidaturas.

CI —Pero en el PN no hay proliferación, hasta ahora yo sé de dos seguras que largaron y ni siquiera sé si tuvieron la formalidad que tuvo la mía, yo presenté una carta al Directorio. Largaron tanto Jorge como Luis y la mía es la tercera. No he visto otra por ahora.

EC —Está Juan Andrés Ramírez Saravia también.

CI —Sí, pero no largó todavía formalmente. Lo mío es formal, me reuní con el presidente del Directorio, Luis Alberto Heber, y le anuncié y le entregué la nota en mano dirigida al Directorio. Y sé que se la mandó y se trató en el Directorio. Pero para dejarlo tranquilo a Bonilla, se les exigen cosas a los candidatos. Hoy el PN exige que tengan un movimiento nacional, yo lo tengo, exige que se tengan agrupaciones en los departamentos. Pero en el imaginario colectivo está esa idea, sobre todo en el PN y a veces extra Partido Nacional, de que para ser candidato de un partido tenés que tener determinadas condiciones. Tenés que tener plata, tenés que tener historia política familiar, catorce apellidos… ¿Por qué? Me lo sigo planteando, ¿por qué? Está en el imaginario, no solamente fuera, a veces también dentro.

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EC —¿Usted sigue hasta el último día? ¿Va a ir a la interna y va a votar en la interna?

CI —Sí, llego hasta el final. Lo anuncié el sábado en ese discurso fuerte. Sigo hasta el final porque no me parece serio lo que ha pasado en la historia del partido y en otros lugares también, esos que largan y a mitad de camino bajan las candidaturas, negocian con alguno de los otros candidatos que están marcando bien en la encuesta. Me parece que no es serio. Nosotros largamos para llegar al final, y el final es el final.

Video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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