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Entrevista central, martes 9 de febrero: Gustavo Malinger

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NB —Por supuesto que el foco de preocupación en torno a este tema está en el aumento de los casos de microcefalia que se venían detectando en Brasil. Sin embargo usted decía que en realidad no todos esos casos eran de microcefalia. ¿Qué es lo que se ha detectado entonces en los fetos?

GM —Ante todo es importante recalcar que por ejemplo en Colombia de 2.000 embarazadas que se sabe que han contraído el zika solo una ha sido diagnosticada en este momento con microcefalia. Puede ser porque todavía estén en etapas muy tempranas del embarazo y los casos empiecen a surgir al momento de nacer, pero el número exacto de casos es desconocido. Como decía, muchos casos fueron diagnosticados con microcefalia cuando realmente no la tienen, sino que era un problema de la definición usada. Los niños que han nacido con microcefalia, por lo menos de los que nosotros tenemos conocimiento, todos tienen un daño cerebral profundo. No tienen un cerebro normal pequeño, como en la microcefalia, sino un cerebro dañado, en el cual diferentes partes están dañadas seriamente. O sea que el diagnóstico de estos casos severos sería muy fácil haciendo un buen seguimiento prenatal.

NB —Entonces lo que hay es un problema de identificación a nivel de las estadísticas. Estos casos que veníamos manejando como microcefalias en realidad son casos de niños que nacen con un daño cerebral severo.

GM —Sí, nacen con un daño cerebral severo, algunos niños nacen con lo que se llama síndrome de aquinesia fetal, con contracturas muy serias en las articulaciones, con hipoplasia en los pulmones. Por lo general los niños que estaban más seriamente afectados han muerto.

NB —Otra pregunta es cuán confirmado está el vínculo entre zika y estos daños cerebrales que están presentando los niños en Colombia y ni que hablar en Brasil. Usted mencionaba cifras de Colombia que van por el lado de las que teníamos para presentar de Brasil.

GM —No, no, no: en Colombia de 2.000 embarazadas se ha demostrado que hay un daño de microcefalia en un caso confirmado y probablemente en otros 10, 12 casos sin confirmar. O sea que la prevalencia del daño es mucho menor en Colombia que en Brasil.

NB —En Brasil, un reporte del Ministerio de Salud del 3 de febrero indica que hubo 400 casos confirmados de microcefalia y/u otras alteraciones del sistema nervioso cerebral, pero solo 17 de ellos estuvieron relacionados con el virus del zika. No parece una cifra lo bastante alta como para determinar la relación. Entonces, ¿en qué se basa la hipótesis que se viene manejando?, ¿qué otras hipótesis se manejan sobre la vinculación o no entre el virus del zika y estas alteraciones en el sistema nervioso de los bebés?

GM —El problema es que es un número relativamente bajo, esos casos pueden ser causados por varios motivos. El primero, que a lo mejor esos niños no tengan zika. Para demostrar que un virus o una bacteria es la que contagia hay que seguir los postulados de Koch, una evaluación del siglo XIX que indica que hay que demostrar que una enfermedad se puede trasmitir de la persona enferma a un animal, que se puede inocular al animal, el animal se contagia, tiene síntomas similares a los del feto y que luego de ese animal se puede traspasar a otro en todos los casos. Eso en este momento no se ha probado.

En los 17 casos que se han probado a fines de enero se encontró él virus en el líquido amniótico o en los tejidos fetales o en los tejidos de niños que murieron. El problema, primero, es que muchas familias no han permitido hacer autopsia, y segundo, que en la gran mayoría de los casos el virus desaparece de la sangre de la mamá y cuando han decidido estudiar al niño para ver si encuentran el zika, el virus también ha desaparecido de la sangre del niño. O sea que comprobar la relación es difícil.

NB —¿Cómo se viene trabajando para comprobar esa relación?

GM —No estoy informado. La gente con la que yo trabajo ha tratado de convencer a las familias de hacerle todos los estudios posibles al niño cuando nace. Hay que tener en cuenta se trata de familias de un nivel socioeconómico bajo y hay que tener en cuenta que eso requiere una organización muy grande que no se puede hacer de un día para otro. Crear protocolos es complicado hasta en países más pequeños que Brasil, me imagino que en Brasil es un problema muy muy serio.

NB —Además de lo que hemos venido comentando, también se sospecha que el virus podría estar vinculado a un incremento de casos del síndrome de Guillain-Barré. ¿Qué síntomas tiene esta patología, de qué se trata y qué tan desarrollada está esta otra hipótesis?

GM —El Guillain-Barré es un síndrome neurológico que está asociado prácticamente a cualquier enfermedad, es una complicación de una enfermedad viral. Pienso que eso es irrelevante por lo que estamos viendo en los fetos, o sea que no tiene ningún tipo de relación y los casos que ha habido han sido pocos. Hasta que no haya una vacuna eso es inevitable.

NB —El virus del zika fue descubierto en Uganda en la década del 40. Sin embargo, como hemos conversado, todavía queda mucho por descubrir. ¿Qué más queda por saber?

GM —Me imagino que a nivel científico, en universidades y centros de investigación, están tratando de entender qué es lo que ha hecho que de pronto el virus se haya convertido en más agresivo, si es una mutación, si es algún problema relacionado con la salud de las enfermas, con el estado de nutrición o desnutrición, con el uso de drogas, de alcohol. Todavía queda mucho por investigar.

EC —Tengo también mensajes de la audiencia con preguntas o comentarios. Por ejemplo alguien dice: “Pero todo es teórico, por favor, no se presten para generar pánico en la gente”. ¿Qué responde a una observación como esta?

GM —Yo vengo diciendo, cada vez que me han hecho reportajes desde Uruguay, que el Uruguay en este momento está relativamente seguro. Si está relacionado con el zika o no el tiempo lo dirá, pero creo que en Uruguay es completamente lógico no crear pánico, pensar que las chances de que llegue son muy pequeñas. El Uruguay es un país pequeño, donde se puede hacer una campaña muy buena de fumigación en el caso de que llegara el mosquito. No tiene ningún sentido crear pánico.

EC —No tiene sentido crear pánico en Uruguay. Pero ¿cuán grave es esta enfermedad?, ¿qué riesgos corre quien viaja a Brasil, etcétera?

GM —Para la persona en sí la enfermedad no es grave y los riesgos que corre son mínimos. Yo tengo que viajar a Brasil y voy a viajar, no voy a dejar de viajar a Brasil o a Colombia. Hoy en día la gran mayoría de los países sin crear pánico han recomendado a sus ciudadanas no viajar a los lugares afectados cuando están embarazadas o están planeando quedar embarazadas. Es algo lógico, si uno puede evitar un viaje a un lugar donde hay una enfermedad o una posible enfermedad que puede causar un problema tan serio en los niños recién nacidos, no viajar. Pero aparte de eso, no creo que haya que hacer mucho más.

NB —La ONU instó la semana pasada a los países afectados por el zika a autorizar el aborto, la interrupción del embarazo ante esta probable relación con malformaciones en los fetos y problemas neurológicos. ¿Qué opina sobre un mensaje como ese?

GM —Todo eso depende de actitudes éticas y legales, y yo sé que en países de América del Sur hablar de aborto es prácticamente un tabú. Pero pienso que desde el punto de vista ético y moral es mucho más sencillo permitirles a las familias, en el caso de que se haga un diagnóstico intrauterino de una afección severa –que es algo que hoy se puede hacer, es relativamente fácil, está al alcance de todos, sobre todo en Uruguay, que tiene una escuela excepcional y médicos que pueden hacer ese diagnóstico–, si ella está de acuerdo, tomar la decisión. No digo qué decisión tomar, pero tomarla. En Brasil un juez federal, a pesar de que es contra la ley, autorizó en Recife hacer un aborto porque los médicos informantes le dijeron que el niño o se iba a morir o iba a estar tremendamente afectado. Por supuesto, causó conmoción en Brasil. Depende del país, depende de las reglas, depende de las normas.

EC —Hablemos de la perspectiva en cuanto a vacuna contra el zika. Se ha señalado que como mínimo se debe esperar dos años. ¿Qué puede ampliar sobre este punto?

GM —Ya bajaron el tiempo de espera a probablemente un año. Como se está invirtiendo mucho dinero probablemente se desarrolle la vacuna en un plazo relativamente corto.

EC —¿Usted cómo sigue vinculado con este tema? ¿Continúa investigando o ya abandonó la relación que llegó a tener con los trabajos en torno al zika?

GM —Sigo en contacto con los médicos en Brasil, que están trabajando en forma excepcional, full time. Ahora en Brasil es Carnaval, me imagino que también en Uruguay, pero nadie salió de vacaciones, los médicos que yo conozco se quedaron todos al pie del cañón trabajando y tratando de ayudar lo máximo posible. Sigo en contacto con ellos, estamos juntando los casos, estamos viendo cómo evolucionan y esperamos que en algún momento podamos empezar a permitir a la gente tomar decisiones por ella misma en vez de que el país le imponga qué es lo que tiene que hacer.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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